«Porque muchos andan, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos del madero del Cristo, cuyo fin será la perdición, cuyo dios es el vientre, y su gloria esta en su vergüenza; que sienten lo terrenal. Mas nuestra vivienda es en los cielos; de donde también esperamos el Salvador, al Señor Jesús, el Cristo; el cual transformará el cuerpo de nuestra bajeza, para ser semejante al cuerpo de su gloria, por la operación con la cual puede también sujetar a sí todas las cosas.» [Php 3:18-21]
En el año 1985 me enfrenté por vez primera a la realidad del espíritu: un desconocido, al que acudí por referencias de otra persona que no sabía nada sobre mí, viviendo en otra provincia, me sorprendió al detallarme contextos concretos de mi pasado con todo lujo de datos. Incluso a nivel íntimo, comentó hechos que solo yo conocía, muy personales, y no compartidos con nadie, hablándome por ej., sobre un nódulo interior, no visible en mi cuerpo.
Siempre he sido creyente de Dios y de Cristo… y suspicaz ante todo lo que tuviera que ver con espiritismo, brujerías y esas cosas. Crecí en un país donde resultaba usual ver pollos negros sin cabeza, a los pies de una ceiba, árbol considerado ‘sagrado‘ por los prosélitos de ‘orishas africanos’ [había muchas en mi ciudad, sombreando aceras]; de pequeños nos instaban a no tocar ‘aquello‘. Después, ya mayores, sabíamos identificarlos con ‘trabajos de limpieza‘ hechos por santeros, paleros, etc. La ‘santería’ (lucumí), el ‘palo haitiano’ [bantú], el ‘espiritismo’… lo percibía todo como una estupidez, una incultura. Cada vez que topaba animales sacrificados, ocultos en bolsas, o al descubierto, la apartaba a patadas.
Sin embargo, las circunstancias de un extraño ‘mal‘ que los médicos no podían curar, al no ser capaces de localizar su causa, y la visita que recibí en mi propia cama [sin ánimos ya, ni siquiera para levantarme], donde se me comentó que alguien sin conocerme había hablado sobre mí y sobre un posible futuro trágico e inminente, hicieron que claudicara. Como último recurso, seguí la recomendación y fui al centro de ‘espiritistas’ que, sin conocerme, me reclamaba.
Accedí, porque en ese entonces era de los que consideraba menos malos: leían la Biblia, hablaban de Dios, de Jesús… Al fin, allí me ‘curaron‘, con hierbas y otras historias inauditas para la Ciencia. O sea, luego de casi un año tomando lo recetado por médicos, sin mejorar, con solo tres meses de brebajes volví a mi trabajo, ya sin problemas. Aun continué asistiendo a sus tertulias, durante un tiempo… hasta asimilar que todo era una máscara, un camuflaje a través del sincretismo religioso, que atentaba contra las enseñanzas de Cristo.
Y atención con lo que digo, por favor: No propugno que la Ciencia se equivoque; la evidencia está en los millones de vidas que es capaz de salvar a diario. En mi opinión personal, un médico agnegado, o cualquier científico entregado, es la persona que posiblemente está más cerca de Dios, por su disposición a restituir una salud perdida. Lo que digo, es que hay sucesos puntuales que se escapan de la frontera de alcance de la Ciencia.
Los hechos de ‘ciencia ficción‘ que viví en aquella etapa, resultarían comentarios absurdos ante el saber humano; aunque les aseguro fue una experiencia que removió todas las creencias que yo tenía hasta entonces… y que resultó útil: allí aprendí en primera persona el inmenso poder que tienen los espíritus cercanos a satanás… y su capacidad para leer nuestra mente, sabiendo así como tentarnos en las debilidades.
Desde entonces, he intentado hallar una respuesta; y estudiando el fascinante tema mente-cerebro, hallé los trabajos del Dr. Wilder Penfield, sobre la ‘doble conciencia’. Expone el resultado de investigaciones sobre más de mil pacientes, a quienes estimuló voltaicamente distintos puntos de sus lóbulos cerebrales, intentando localizar la causa de ataques epilépticos. Y concluyó que un paciente no solo es consciente de su entorno inmediato: cuarto de cirugía, cirujano, ayudantes… sino también de escenas del pasado, revividas de pronto, con toda claridad, con ruidos, voces y hasta olores.
En sus registros aparece un suceso que no puede dejar indiferente a nadie: en cierto momento, tuvo un paciente en la mesa, con el lóbulo temporal descubierto, pero plenamente consciente. En un instante específico, al activar un punto concreto, el individuo exclamó sorprendido que se ‘veía‘ riendo junto a unos primos, en una granja; un suceso que identificaba con el pasado de la juventud… mientras que al mismo tiempo ‘reconocía conscientemente‘ estar con su cráneo abierto, en un salón quirúrgico de Montreal.
Penfield comenta:
«La mente del paciente era tan independiente de la acción refleja como la mente del cirujano que escuchaba y que trataba de comprender. Así, mi argumento favorece la independencia de la acción de la mente.»
O sea, concluyó que el estímulo provocado por el electrodo en un punto neuronal, ‘reprodujo‘ una especie de ‘programa de TV‘ donde la persona investigada se contemplaba a sí misma con nitidez, mientras la mente también ‘vivía’ la experiencia clínica. Una evidencia científica que certifica la probabilidad de la prédica bíblica que dicta:
«¿Cuánto más la sangre del Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, ‘limpiará vuestras conciencias‘ de las obras de muerte para que sirváis al Dios viviente? [Heb 9:14]
O el aviso del propio Señor, al alertarnos que Él será capaz de ‘revisar‘ toda nuestra conducta, con nosotros mismos siendo testigos de las ‘filmaciones‘ de nuestros actos:
«Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.» [Mat 16:27]
¿Cómo evaluar nuestras obras, si no mediante la posibilidad de presentarlas, reproduciendo lo que contiene nuestro ‘CD interior‘, cuando Él lo estime necesario? Y si es así, que de hecho lo es, ¿cómo ser indiferente a la situación de saber que Él es capaz por tanto, de conocer cuanto hacemos, incluso antes de su venida, en el instante que lo decida? De ahí lo que vengo repitiendo durante un año en este blog: ‘Cuando entres a una habitación oscura y cierres la puerta tras de ti, no pienses que estás solo, pues no es así.’
Pero, volvamos a la Ciencia. Gracias a los electrodos del neurólogo, la mente del paciente anterior procesó una etapa de su vida. Penfield planteó, ‘si semejamos el cerebro a un ordenador, este es capaz de guardar en memoria sucesos, como si hubieran sido grabados en cintas de video, con audio y olores incluidos‘… sin embargo, tal ‘memoria’ no ha podido ser físicamente ubicada jamás.
La revelación surgida de este experimento fue totalmente inesperada. Pero no fue única; se repitió una y otra vez en centenares de enfermos, cada uno pudiendo identificar sus propias escenas del pasado, con facilidad y de forma instantánea. Podían discurrir acerca de lo que veían y explicar los eventos, tal como un espectador de seriales podría exponer los incidentes a un colega que ignorase episodios anteriores.
Mas, aunque es cierta la relación cerebro-mente; y que el cerebro es en sí un ordenador de complejidad comprobada, este pide un programador. Por ej: lo que hace el Neurólogo que lo usa como herramienta para recuperar memoria y para obtener un control motor. Y no me refiero a reflejos vegetativos que regulan respiración, circulación sanguínea, etc… sino a los que responden a determinados estímulos de carácter subjetivo, como puede ser, por ejemplo, un análisis. En este caso, es la mente quien debe actuar sobre el cerebro. Por estupendo que este sea como ordenador, se ve su sumisión al criterio consciente de la mente, a la hora de decidir una actividad.
El cerebro es algo que se posee, no posee al individuo; la mente sí… ella es árbitro de la persona. Y el Dr. Penfield hizo muchos hallazgos pasmosos, al respecto, alterando los puntos de estimulación del lóbulo temporal. Vio que un contacto puntual del electrodo, genera un recuerdo repetido; tanto, que la experiencia revivida se inicia siempre como una reproducción de la secuencia, no como una continuidad a partir de la última escena vista.
Hubo un caso en el que la misma experiencia fue referida sesenta y dos veces seguidas; y esto le hizo pensar que existe una alineación muy concreta dentro de la corteza, algo así como colocar la aguja lectora en el mismo punto de un disco.
Una mujer, con un área de su lóbulo activado, refirió el recuerdo de una música; la tarareó, según el compás del coro que ‘oía‘. Actuaba conscientemente, siguiendo el ritmo del sonido ‘grabado’ en el subconsciente, y planteó que no era nada parecido al recuerdo de otras músicas, sino que lo sentía ‘como si presenciara un concierto‘.
Penfield citó otra mujer que, bajo este estímulo, dijo ‘verse‘ sentada en una habitación, escuchando la algarabía de niños jugando fuera, junto a ruidos del tráfico en la calle. Habló de ello como si estuviera ‘viviendo‘ ese recuerdo, con total nitidez. Fue tanta su propia perplejidad, que el médico tuvo que jurarle que él no había amañado nada de aquello, que solo había ubicado el electrodo sobre un punto específico del lóbulo cerebral, a modo de prueba.
Otra paciente, bajo la acción de electrodos, comentó que aun sabiendo que estaba sobre una cama clínica, se ‘veía‘ a sí misma, sentada en el asiento posterior de un auto detenido en un paso a nivel. Contó los vagones del tren que corrían ante sí… mientras oía perfectamente los ruidos intermitentes característicos sobre los rieles. Luego que pasara el ferrocarril y se levantara la valla, al entrar en la ciudad, ¡’olió‘ incluso el aroma de café que salía de una casa!
Pero ahora llega lo más importante: el neurocirujano asegura haber descubierto que si se extirpaba el área cortical [lugar de estímulo revivificador de algún recuerdo], por resultar eficaz para el paciente, este podía aun evocar la experiencia con posterioridad. Eso evidenció que la memoria no se hallaba en ese punto, sino que el sitio físico, solo ‘activaba‘ un área incógnita donde esta era ‘almacenada‘. La incisión de la conexión hacía imposible ‘traer’ la memoria de donde estuviera guardada, mediante estímulo eléctrico… pero no suprimía la memoria misma, que podía ser suscitada a voluntad por la persona.
Diversos estudios han fijado las áreas del cerebro concernientes al estar despierto, al ser consciente; sin embargo, ningún neurólogo ha podido determinar un área de ubicación de la conciencia. Y esto lo corroboró el Dr. Penfield, al observar que pese a extirpar áreas sustanciales de la corteza cerebral, no hubo pérdida de conciencia por parte del sujeto, incluso durante la operación, lo que sugiere que esta no tiene una situación física específica.
Una certeza de esto la dan los animales que, aun carentes de cerebro, revelan estados de conciencia, sabiendo lo qué quieren y cómo conseguirlo. Los protozoos, medusas, anémonas marinas y los corales son ejemplos. Otros son los placozoos, quizás el animal de organización más elemental que existe, pero que aun así se desplaza por el mar, trepa a las rocas y traga toda alga que halle. Las propias bacterias son otro caso; las esponjas… todos ejemplos de ‘mente‘ sin cerebro.
El Dr. Penfield ultimó que, pese a llevar décadas ansiando describir la mente desde la acción cerebral, no le quedaba otra opción que explicar mente y cerebro como elementos relacionados, pero independientes. Concluyó que nunca sería posible explicar la mente a partir de neuronas actuando en la corteza, al manifiestarse de modo autónomo a lo largo de la vida de la persona, a veces controlando al propio cerebro. La mente es el agente que lo gobierna; el cerebro no genera la mente, sino que se subordina a ella, de forma aun no conocida por la Ciencia.
Este prestigioso especialista resumió que su larga experiencia en cirugía nunca reveló ningún área de materia en la que resultase una descarga epiléptica local que pudiera describirse como acción mental. Dijo que sin indicios de tal acción, la única disquisición racional es que existe otro mecanismo fundamental; otra forma de energía, que igual que un programador actúa con libertad sobre su ordenador, así actúa sobre la mente, sin mediación del cerebro. Acaba sus reflexiones así:
«Al final, concluyo que no hay evidencia, pese a los electrodos estimulantes, el estudio de pacientes conscientes, y el análisis de ataques epilépticos, de que el cerebro solo pueda realizar la tarea que realiza la mente. Concluyo que es más fácil racionalizar el ser humano sobre la base de dos elementos que sobre la base de uno.»
También en 1999, el neurólogo Alan Shewmon, [Los Ángeles Medical Center], refiere el caso de una niña que, poco después de nacer, el escáner cerebral reveló una falta casi total de tejido cortical. Los médicos le dijeron a la madre que su hija viviría como un vegetal, y que no pasaría de 2 años. Un neurólogo dijo que su cerebro era ‘como el de un reptil‘ y que jamás podría interactuar con otras personas. El Dr. Alan la visitó luego, a los 5 años, y aun con dificultad al sentarse o caminar sin ayuda, exhibía una excelente salud. Sonrió ante saludos amistosos, y miró los objetos que le traían. En una sesión grabada en video con su madre, la niña pronunció «ah-ah» al ser animada a decir «mamá.»
Ella se alegró al escuchar música alegre, y lloraba con las tristes. Gozó con la conducción de un auto de juguete, gritando si se detenía y calmándose cuando continuaba. Le molestaban ruidos fuertes, como de aspiradoras y secadores de pelo; y demostró entender algunas palabras, incluyendo «Conejo Bunny», uno de sus juguetes. Aun sin cerebro, manifestaba un estado de conciencia… ¿dónde ubicar entonces el ‘sistema’ capaz de generar conciencia en un individuo?
Los creyentes lo sabemos: no en la materia, sino en el ‘espíritu‘… que resulta capaz de discernir, aun sin la materia de la carne; independiente del cuerpo, y no derivado de monos, sino exclusivo del humano, aunque se cierren los ojos cuando las evidencias llevan en tal dirección. Y la Ciencia terminará acreditando la independencia cuerpo-mente-alma-espíritu que desde hace dos milenios enseña la Biblia:
«He aquí mi siervo, al cual he escogido; mi Amado, en el cual se agrada mi alma; pondré mi Espíritu sobre él y a los gentiles anunciará juicio.» [Mat 12:18]
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GRACIAS Y DIOS LO BENDIGA.AMEN.AMEN…
Gracias a ti por tu visita, hermana; también te felicito por lo que expones en tu blog.
Ojalá cada cristiano creara un sitio para propugnar la verdadera palabra de Jesús, la que aparece en cada una de las Biblias existentes, de forma congruente, señalando hacia qué dirección dirigir nuestros pasos.
Ojalá todos los que creemos en Jesús, seamos capaces de leer la Palabra tal cual el Señor nos la dejó, obviando los teólogos de las sepetecientas confesiones que deshonran a Cristo, desvirtuando o tergiversando a conveniencia sus instrucciones, intentando alterar el contenido con lo ‘políticamente correcto’, bajo la inconsciente influencia del propio satanás.
Los espíritus de Anás y de Caifás andan aun entre nosotros, cebándose en nuestras debilidades. Y nuestras debilidades irán en incremento, cada vez que optemos por un ‘Sí boana’, ante cualquier hombre que pretende convertirse en salvador o clarificador de la Palabra de Dios.
Solo hay un Salvador y solo hay un Clarificador; así como solo uno ofrendó su sangre por nosotros. Solo a Él debemos fidelidad, y en Él debemos unirnos todos, no estar constantemente atacándonos en lo que nos diferencia, sino aglutinándonos en lo que nos une. ¡Ese es el verdadero objetivo del Cristo!
Pero nosotros no acabamos de aprender; sentimos la necesidad de endiosar a hombres semejantes a nosotros, con nuestras mismas flaquezas. Leemos los versículos que más nos gustan, y obviamos los mensajes bíblicos que no nos convienen, separándonos así unos de otros en distintas corrientes de pensamiento, debilitándonos, y facilitándole al enemigo de Dios el éxito separatista de su trabajo.
Pero está escrito, desde hace miles de años, cuál es el ejemplo que debemos seguir, aun cuando nos sintamos personalmente victoriosos:
«Y los israelitas dijeron a Gedeón: Sé nuestro señor, tú, y tu hijo, y tu nieto; pues que nos has librado de mano de Madián. Mas Gedeón respondió: No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará; el SEÑOR será vuestro Señor.[Jueces 8:22-23]
De nuevo te agradezco tu visita y tu comentario. Que Dios te bendiga y premie tu fortaleza ante los problemas.
lE FELICITO PORQUE HE VISTO MUY INTERESANTE TODO LO QUE EXPLICA EN SU POST ,GRACIAS POR PONERLO Y LE DESEO LO MEJOR Bendiciones…