¿POR QUÉ HAY ATEÍSMO EN EL MUNDO?

abril 7, 2013

Te alabaré; pues formidables y maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, aunque en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos: en tu libro estaban escritos todos mis miembros; que fueron luego formados, sin faltar uno de ellos. [Salmos 139:14-16]

Molécula ADN

Yo jamás dudé de la existencia de Dios. Con 13 años tuve mi primer debate: defendí el diseño de la Creación ante mi mejor amigo, pese a mi ignorancia entonces de La Palabra. Y es que no se cree en un creador por conocimiento, sino por fe; solo siendo fieles a la fe se recibe luego la bendición de ver, con inteligencia humana, todas las evidencias de diseño en las obras del Señor.

La corriente ateísta de Marx/Engels entró a las aulas de mi país, Cuba, en los años 60. En los 70, creer en Dios implicaba en muchos sitios ser visto como un apestado. No lo fue en mi caso personal (quizás porque Dios me protegió), pero sí vi mucho odio a todo lo que indujera a pensar en un ser Omnipotente y Creador, su Hijo Redentor, y un Espíritu Santo santificador.

El himno ‘La Internacional’, forjado en hornos rusos del antiCristo, y cantado entonces en cada mitin político o sindical cubano, dice en una estrofa:

No más salvadores supremos, ni césar ni burgués ni Dios; nosotros mismos nos haremos, nuestra propia redención…”

En 1972, en una asamblea de jóvenes, fui propuesto para pertenecer a la Unión de Jóvenes Comunistas, en el contexto de un reconocimiento a mi apoyo a los trabajos voluntarios y a mi trayectoria laboral. Recuerdo que me puse en pie, agradecí el reconocimiento de mis compañeros, pero dije no poder aceptar por incompatibilidad, pues yo reconocía al Dios Creador.

Eran mis amigos y compartí 10 años con ellos: trabajábamos y hacíamos deportes juntos, nos reíamos, íbamos a fiestas; buena gente, con formación académica, casi todos con masters universitarios o alguna preparación técnica. Sin embargo, la mayoría decía no creer en Dios. ¿Por qué eran ateos? Lo vi con claridad hace muy poco: fueron engañados por satanás, el eterno enemigo de Cristo. Y esa convicción llegó así:

En los años 2008 al 2011 debatí mucho con miembros de varias confesiones cristianas. Por entonces yo asistía a una iglesia evangélica; pero incluso allí hubo porfía por la forma en que los teólogos habían llegado a tergiversar el Evangelio de Jesús, con enfoques contrarios a sus enseñanzas. Y quizás la mayor de ellas es el planteamiento de la salvación a través de la fe, sin necesidad de las obras que deben derivarse de tal fe, al margen de ellas, pese a la clara advertencia de Jesús: “A cada uno daré según sus obras.

Se hablaba más de teólogos reformistas (Calvino, Zuinglio, Bucer, etc) que de Cristo: piedra angular del cristianismo. Y siempre he dicho que jamás ha habido necesidad de reformas (innovar o mejorar algo) sino de Restauración (restituir algo al estado original), pues El Evangelio, según Él mismo advirtió, no puede ser alterado. Incluso he dicho que el mejor de los teólogos debiera permanecer encadenado a un cedro, hasta que el sentimiento de fidelidad a Cristo impregnara sus huesos. Para mí, la necesidad mayor de toda confesión cristiana es la Restauración del Evangelio de Cristo a sus orígenes.

Oré mucho al Señor por esto. Y una mañana de julio del 2011, al salir del ascensor de mi casa vi dos libros y dos folletos sobre la jardinera del frente, situada en el pasillo. El de arriba me impactó; su título: ‘La Restauración del Evangelio de Cristo’. Y me impactó no solo por el título, afín a mi propósito de los últimos años, sino también por la imagen que reflejaba… idéntica a la que me fue revelada en sueños dos años antes, el 2 de enero del 2009.

Bajo los folletos había un diccionario bíblico y un Libro de Mormón. Volví hacia la casa con ellos y los puse en mi librero. Salí de nuevo y, al regresar de mi gestión, empecé a leer ‘La Restauración del Evangelio de Cristo’. Días después, advertido años atrás del peligro de la gloria de hombres en la iglesia, me arrodillé con el Libro de Mormón en mis manos, cerré los ojos, y pedí al Señor (lo recuerdo muy bien): “Señor, si esta es tu Palabra, confírmamelo con tu Palabra”. No quería dar lugar a la más mínima duda.

Abrí el libro y en la parte superior de la hoja izquierda estaba escrito: 3 Nefi 12: 3-18. Cual no fue mi asombro al leer las mismas bienaventuranzas del sermón del monte que aparecen en el bíblico capítulo 5 de Mateo, junto las mismas advertencias bíblicas de Jesús sobre el matrimonio, el dinero, etc. Y lo más extraordinario es que esa condición se cumplía solo en esas dos páginas… ¡entre casi 700 que tiene el libro!

Una vez más el Señor respondió mi pregunta; me dijo, con Su Palabra, que ese libro contenía Su Palabra. Desde entonces, tiene para mí igual valor que la Biblia convencional (que no dejo de consultar constantemente). A través del Libro de Mormón he aprendido más en el último año que en toda mi vida; y dejo mi testimonio que forma parte del Evangelio de Cristo.

Y ahora volvamos al título del artículo: ¿Por Qué Hay Ateísmo en el Mundo?

El Libro de Mormón contiene 15 tratados escritos por profetas durante un milenio: desde el 600 aC, hasta el 420 dC. Y uno de ellos, llamado Alma, dedica el capítulo 30 de su libro a describir como el antiCristo es el responsable directo de que haya ateísmo en el mundo.

Su relato se ubica en el 76 aC y, presenta los discursos de un tal Korihor, implicado en burlarse de los creyentes, desarrollando razonamientos para que la gente dejara de creer en Dios y en el legado profético que advertía de la llegada del Mesías prometido (tal como muchos, tomando su relevo, hacen hoy, y vienen haciendo por siglos). Este Korihor decía:

[“¡Vosotros estáis subyugados por una loca y vana esperanza! ¿Por qué os sujetáis con semejantes locuras? ¿Por qué esperáis un Cristo? Pues ningún hombre puede saber acerca de lo porvenir. He aquí, estas cosas que llamáis profecías, que decís que las trasmiten los santos profetas, no son más que insensatas tradiciones de vuestros padres.

¿Cómo sabéis que son ciertas? No podéis saber de las cosas que no veis; por lo tanto, no podéis saber si habrá un Cristo. Miráis hacia lo futuro, y decís que veis la remisión de vuestros pecados. Mas esto no es sino el efecto de una mente desvariada; y este trastorno mental resulta de las tradiciones de vuestros padres que os inducen a creer en cosas que no existen.”]

Así hablaba el antiCristo entonces, con igual enfoque que habla el antiCristo hoy. Igual que hoy desviaba el corazón de muchos de la rectitud, exhortando a vivir en la iniquidad y en el sálvate como puedas. Como hoy, incitaba a muchas mujeres y hombres a la fornicación, diciendo que al morir el humano se termina todo, que hay que aprovechar esta vida, pues no hay más.

El libro refleja que Giddona, un Sumo Sacerdote, fue a ver a Kodihor y le preguntó por qué andaba pervirtiendo las vías del Señor, diciendo al pueblo que no habría Cristo, y cortar así la esperanza popular sobre la Redención eterna. Y expone la respuesta de Kodihor, muy similar al ateísmo actual:

“[Porque no enseño las insensateces de vuestros padres, y porque no enseño a este pueblo a subyugarse bajo las insensatas ordenanzas y prácticas fijadas por antiguos sacerdotes para usurpar poder y autoridad sobre ellos, para tenerlos en la ignorancia, a fin de que no levanten la cabeza, sino que se humillen de acuerdo con vuestras palabras.

Decís que este es un pueblo libre, pero aseguro que se hallan en cautiverio. Decís que las antiguas profecías son verdaderas, pero os digo que no sabéis si son verdaderas. Decís que este es un pueblo culpable y caído a causa de la transgresión del primer padre (Adán), pero os digo que un niño no es culpable por causa de sus padres.

También decís que Cristo vendrá, mas no sabéis si habrá un Cristo. Y decís que será muerto por los pecados del mundo; y así lleváis a este pueblo en pos de las insensatas tradiciones de vuestros padres y conforme a vuestros propios deseos. Y los tenéis sometidos en cautiverio, para saciaros del trabajo de sus manos, de modo que no se atreven a elevar su vista con valor, ni a gozar de sus propios derechos y privilegios como humanos.

No se atreven a hacer uso de lo que les pertenece, no sea que ofendan a sus sacerdotes, los cuales los uncen al yugo según sus deseos, y les han hecho creer, por sus tradiciones, y sus sueños, caprichos, visiones y misterios fingidos, que si no obran conforme a sus palabras, ofenderán a algún ser desconocido que dicen que es Dios, un ser que nunca se ha visto ni conocido, que nunca existió ni existirá.”]

Relata Alma que, después de esta respuesta anatema e irreverente Korihor fue llevado ante él y el juez superior que gobernaba el país. Y volvió a decir lo mismo, que los sacerdotes lo que querían era vivir del trabajo del pueblo. (Por eso es tan importante que los sacerdotes de hoy no cobren ni un céntimo por servir a Cristo, tal como fue desde el principio, para no dar pie a que se envenene el Evangelio.)

La respuesta de Alma fue:

“Tú sabes que no nos aprovechamos del trabajo de este pueblo, pues yo he trabajado desde el principio del gobierno de los jueces hasta ahora, con mis propias manos, a pesar de mis muchos viajes por el país para declarar la Palabra de Dios ante mi pueblo. Y a pesar del mucho trabajo que he hecho en la iglesia, nunca he recibido ni un solo senine (moneda del pueblo nefita) por ese trabajo, ni tampoco ninguno de mis hermanos, sino al ocupar el asiento judicial; y en este caso, según la ley.

De modo que si no recibimos nada por nuestro trabajo en la iglesia, ¿qué nos beneficia trabajar en ella, aparte de regocijarnos en el gozo de nuestros hermanos que reciben esa verdad? ¿Por qué dices que le predicamos a este pueblo para lucrar, cuando tú de ti mismo sabes que no recibimos nada? ¿Crees tú que engañamos a este pueblo?

Y Korihor le respondió:

Entonces Alma le dijo: –¿Crees que hay un Dios?

Y él contestó: –No.

A esto le sigue un diálogo, y finalmente Korihor dijo a Alma:

“Si me muestras una señal para que me convenza de que hay un Dios, y que tiene poder, entonces quedaré convencido de la verdad de tus palabras”

El debate siguió un poco más, hasta que el profeta Alma lo terminó diciendo:

“Esto te daré por señal: En el nombre de Dios, quedarás mudo.”

Y Korihor quedó mudo, y ante las nuevas preguntas del juez superior tuvo que escribir su respuesta, impactado por lo que le había ocurrido:

[“Sé que nada, sino el poder de Dios, pudo haber traído esto sobre mí; y yo siempre he sabido que había un Dios, mas me ha engañado el diablo que se me apareció en forma de ángel y me dijo: ‘Ve y rescata a este pueblo, porque todos se han extraviado en pos de un Dios desconocido’. Y me dijo: ‘No hay Dios’, y me enseñó lo que había de decir. Y he enseñado sus palabras, y lo he hecho porque deleitaban a la mente carnal; y las enseñé hasta que logré mucho éxito, al grado que realmente llegué a creer que eran ciertas; y por esta razón me opuse a la verdad, hasta traer esta gran maldición sobre mí.”]

Este castigo ante todos, hizo que sus seguidores se arrepintieran y se volvieran al Señor, dando fin así a la iniquidad promulgada por satanás, usando a Korihor como vehículo humano. Pero su maldición no fue quitada; lo echaron y andaba de casa en casa, mendigando sus alimentos mientras formaba parte, sin arrepentirse, de un grupo afín: los zoramitas, hasta que un día fue pisoteado por estos hasta la muerte.

Todo aquel que se esfuerce en pervertir las vías del Señor morirá naciendo al sufrimiento espiritual, pues su espíritu no podrá ir hacia aquel a quien negó y será acogido por satanás; el diablo no amparará a sus hijos (seguidores) en el postrer día, sino que les impele aceleradamente hacia el infierno. Y allí les dará su finiquito, entre llamas, llanto, mucho dolor, y crujir de dientes. Y testimonio que es un sitio real; lo visité el 13/11/2011.

Por eso hay ateísmo en el mundo: por preferir escuchar los susurros y razonamientos de satanás en lugar de oír y seguir el Evangelio de Cristo.

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