Jesús dijo, en cierto momento, durante su Evangelio a los judíos, en Jn 10:16:
“También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también me conviene traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”
Vaticano y resto de iglesias dicen que esas otras ovejas hacían referencia a los gentiles, los no judíos. Pero no es cierto; es un error que lleva ya varios siglos y que, inconcebiblemente, nadie se apresta a reparar. La propia Biblia católica (raíz de todas las Biblias) instruye sobre ese asunto: Su Padre Celestial solo le envió a recoger las ovejas perdidas de Israel. El Evangelio y bautismo a gentiles solo llegó después de su crucifixión; primero con Felipe, cuando Saulo aun no se había convertido en el apóstol Pablo, y participaba y aprobaba el martirio de Esteban, en Hch 8:1-5 :
‘… Y Saulo consentía en su muerte (de Esteban). Y en aquel tiempo fue hecha una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles. Y unos varones piadosos llevaron a enterrar a Esteban, e hicieron gran lamentación por él. Y Saulo asolaba la iglesia entrando de casa en casa, y arrastrando hombres y mujeres los entregaba en la cárcel. Pero los que fueron esparcidos, iban por todas partes predicando la palabra. Entonces Felipe descendió a la ciudad de Samaria, y les predicaba a Cristo.’
Luego el Señor se apareció a Saulo y también le dio la orden a él de predicar a los gentiles; llamamiento que trasmutaría su vida, convirtiéndole en el último apóstol de Jesús en aquella dispensación. Más tarde llamó a Pedro, y este ya lo convirtió en norma.
Hch 8:5-12 narra el 1er bautismo a los gentiles… luego de la crucifixión, muerte y resurrección de Cristo:
“5-Entonces Felipe descendió a la ciudad de Samaria, y les predicaba de Cristo. Y el pueblo, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo los milagros que hacía. Porque espíritus inmundos, dando grandes voces, salían de muchos poseídos; y muchos paralíticos y cojos eran sanados… 12- Pero cuando creyeron a Felipe, que les predicaba acerca del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, fueron bautizados, así hombres como mujeres.”
Esa verdad respecto a que con las ‘ovejas perdidas de Israel’ Jesús no se refería a los gentiles, sino al pueblo judío de la primera diáspora, está escrita; solo que satanás impide que sus bestias negras, los ‘teólogos’, propaguen tal conocimiento. Veamos:
Mat 10:5-6 …a estos doce envió Jesús, a los cuales dio mandamiento, diciendo: «Por el camino de los Gentiles no iréis, y en ciudad de Samaritanos no entréis; Mas id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel.»
También lo alecciona en el pasaje de la mujer cananea (gentil), en Mat 15: 22-24:
‘Y he aquí una mujer cananea, que había salido de aquellos términos, clamaba, diciéndole:
— Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí; mi hija es malamente atormentada del demonio. — Mas Él no le respondió palabra. Entonces llegándose sus discípulos, le rogaron, diciendo:
— Despáchala, pues da voces tras nosotros. — Y Él respondió: — “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.”—
Al final no la rechazó, debido a que la insistencia de la fe de la mujer, reconociéndole como Hijo del Dios Todopoderoso, activó la misericordia mesiánica. Pero estos versículos dejan patente que Jesús, siempre obediente a Su Padre, jamás fue personalmente a los gentiles mientras vivió; les aceptó si iban a Él por propia voluntad, mas ni les buscó… ni oyeron ‘Su’ voz, pues no era el plan de Dios en aquel momento.
El pueblo de Dios, Israel, debía ser el primero en oír la Palabra del Mesías largamente anunciado; pero estaba escrito que, así como antes muchos malos judíos habían apedreado a los profetas anunciadores, también otros muchos le negarían a Él mismo cuando se manifestara en carne y sangre. Así se cumplirían las Escrituras de Mat 19:30 y 20:16; Mar 10:31; y Luc_13:30, que dicen que ‘muchos primeros serán postreros, y muchos postreros primeros: porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.’
El Nuevo Testamento enseña que había otro rebaño judío; por ej. la profecía de Caifás, en Jn 11:51-52:
‘Y esto no lo dijo de sí mismo; sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por aquella nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.
El propio Jesús dejó patente que no lo había dicho todo, que la instrucción estaba incompleta; y que enviaría al Espíritu Santo para que se encargara de ir llevando conocimiento sobre su iglesia actuando sobre personas fieles y hambrientas de la Verdad. Lo leemos en Jn 16:12-13:
«Aún tengo muchas cosas que deciros, mas ahora no las podéis llevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber las cosas que han de venir.”
Todo ello evidencia que al decir: “También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor”, no se refería a gentiles, sino a judíos… que Él sacó de Israel 600 años antes, enviándoles al continente americano: el pueblo de Nefi… al que sí se presentó una vez resucitado para hablarles y dejarles su Evangelio, tal cual aparece en el Libro de Mormón.
El Libro de Mormón da el mismo Evangelio que el Nuevo Testamento que Jesucristo legó en Galilea, Judea, y dondequiera que pasó sus tres últimos años en el mundo. Solo puntualiza y aclara varios aspectos que la gloria de hombres infieles, sacerdotes falsos, tergiversó, y/o cercenó, a lo largo de varios siglos de oscurantismo espiritual.
Solo la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días sabe que esas otras ovejas eran un resto de la casa de Israel que el Señor llevó a América en el 600 aC; y se debe a una revelación a José Smith, quien había visto y hablado con el Padre Celestial y con Jesús. Él conoció esta realidad mientras traducía el Libro de Mormón, y dejó ese legado escrito para la posteridad de los fieles.
Muchos critican a la iglesia mormona; quizás afectados por errores de algún miembro o quizás debido al rechazo que satanás suele poner en todo cristiano cuando se trata de aceptar a otras congregaciones distintas a las que se frecuenta. Todos creen que su iglesia es la verdadera; pero yo no defiendo ninguna iglesia dirigida por hombres, pues todos somos imperfectos y cometemos errores; lo que defiendo es la Palabra Perfecta. Y les aseguro que ninguna iglesia tiene mejor palabra que la iglesia mormona, pues fue única aclarando conceptos como el bautismo por los muertos, del que Pablo da testimonio en 1Co15:29:
“De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?”
Es evidente que el Señor Jesús estableció esa ordenanza del bautismo por los muertos que tan directamente tocaba el tema de la resurrección, ejemplificada por Él mismo… y que en algún punto del camino de la iglesia cristiana, la gloria de hombres, una de las herramientas más usadas por satanás, la borró.
Es la ordenanza de la compasión, el medio previsto por nuestro Dios para que a todos quienes murieron, mueran y morirán lejos de Cristo también pueda alcanzarles su misericordia. Sin embargo nadie, de ninguna iglesia, salvo la mormona, sabe explicar ese versículo. Hoy por hoy, sigue siendo un enigma tan grande que todos prefieren obviarlo, e incluso negarlo, solo por no ser capaces de interpretarlo. ¿Pero cómo entender aquello de lo cual no se conoce? Y, ¿como conocerlo si no se quiere aceptar, porque se sigue más la gloria de hombres que la gloria que viene de Dios?
El propio Jesús advirtió de este peligro en Jua 5:39-44:
«Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. Y no queréis venir a mí para que tengáis vida. Gloria de los hombres no recibo. Pero yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros. Yo he venido en el nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis. ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que sólo de Dios viene?”
Los errores de los hombres son otro asunto; hace años recibí en el Espíritu que ninguna iglesia condena ni ninguna salva, pues perdición y salvación habitan el corazón humano. Pero Dios me trajo a esta, que tiene la mejor Palabra; y no dudo de su legitimidad.
Yo también he visto y oído al Sr. Jesús durante un período de oración y ayuno, en el 2008; una vez, mientras oraba, me amonestó por mi mal comportamiento como cristiano. No gano ni un centavo al escribir estas palabras; ni siquiera un ápice de gloria, puesto que lo único que logro de la gente a quien no soy indiferente, es que me tilden de loco. Pero no puedo callar, no sea que luego el Señor me reprenda por no cumplir con mi obligación de hablar sobre lo que se me dio para testimonio.
Quien lea estas palabras podrá reírse de mí; podrá calificarme de la forma que más conveniente le resulte… pero ya no podrá decir, durante su momento de respuestas, que no sabía estas cosas, que no se las imaginaba, o ni siquiera tenía ideas sobre ello. Pecarán contra conocimiento, pues ya son partícipes del mensaje.
El libro de Mormón y el Nuevo Testamento, son la guía más segura y asombrosa que he tenido desde el 2006. Yo pertenecía entonces a la iglesia evangélica; allí sostuve muchos debates debido a las revelaciones que recibía y trasmitía; por ej: que la iglesia no necesitaba ‘reformas ni reformistas’, sino ‘Restauración de la palabra original’, pues lo que viene de arriba es perfecto y ningún reformista puede mejorarlo.
Un día, al salir de mi casa, vi que alguien había dejado sobre la jardinera del frente a la puerta del ascensor, un libro de Mormón y un folleto: La Restauración del Evangelio de Cristo; ambos desconocidos por mí hasta entonces. Mi asombro alcanzó el máximo nivel al recogerlos y leerlos. Todo cuanto yo había recibido a través del Espíritu, y que tanto debate había levantado en las iglesias evangélicas a las que asistía, las vi escritas por primera vez en mi vida en ese maravilloso libro y el folleto adjunto.
Les testifico que si toman en sus manos el Libro de Mormón, piden con el corazón al Señor que les confirme de su legitimidad, y luego lo abren y leen lo que aparezca ante sus ojos, el Espíritu Santo llevará esa convicción a sus corazones, sin ningún género de dudas. Solo hay que pedir con fe.
Y dejo tal testimonio como lo recibí: con toda humildad, deseando que la Luz de la Verdad rompa y penetre las tinieblas, en el Santo nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén