TREINTA MONEDAS DE PLATA

Mat 26:14-16 relata que Judas preguntó a los líderes del Sanedrín qué le darían por entregar a Jesús, y estos le pesaron treinta monedas de plata. Judas hizo negocio a costa del Salvador. Y Mat 27:3 dice que Judas se arrepintió, devolvió el dinero a los sacerdotes, y luego se ahorcó. Los sacerdotes líderes decidieron no ponerlo con el tesoro del templo, por ser precio de sangre, y gastarlo en la compra del «campo del alfarero«, para sepultar a extranjeros.

Zacarías había profetizado cinco siglos antes sobre ello: En Zac 11: 1-11, Dios le revela, en parábola, lo que harían al Mesías esperado, y el profeta da a los líderes del Sanedrín la enojada Palabra de Dios, concluyendo su misión entre ellos, otorgándoles la opción de pagarle o no por su trabajo. En 11:12, estos tasan dicho trabajo en treinta piezas de plata (lo mismo que siglos después recibiría Judas por traicionar a Cristo). Ese pago a Zacarías indicaba el valor que para ellos tenía un profeta de Dios. Y como en Éxodo 21:32 se cifró el precio de un esclavo en treinta piezas de plata, Dios vio una ofensa en dicha retribución, y le dijo: “Échalas al alfarero; ¡hermoso precio con el que me han apreciado!” Paradójicamente, el alfarero sería el mismo destino que los futuros líderes darían a las treinta piezas de plata devueltas por Judas por traicionar a Cristo.

Jesús advirtió en Mat 6:24, que no se puede servir a dos amos (Dios y dinero) al mismo tiempo, pues odiará a uno y amará al otro; o será fiel a uno y despreciará al otro; Judas fue un ejemplo. Y hoy ocurre lo que podría ser peor aún que lo de Judas, pues la labor de muchos pastores en la iglesia es una gestión más empresarial que pastoral.

Judas traicionó a Cristo, pero confrontado luego por su traición, devolvió el dinero y se ahorcó. En contraste, la gran mayoría de líderes cristianos actuales se avergüenzan de las advertencias del Hijo de Dios sobre el infierno que espera tras la muerte física de quien peque; las censuran, tergiversan las Escrituras… y lo hacen cobrando de la iglesia durante años por traicionar a Cristo, sin arrepentirse.

Quienes se atribuyen a sí mismos el papel de ‘guías espirituales’, dicen lo que todos quieren oír: que hay un Dios amoroso y compasivo, capaz de perdonar todo pecado si el pecador se arrepiente y es bautizado por inmersión (Mat 3:16; Mar 1:10), como Él dejó establecido en Mat 28:19 “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Algo que es cierto… pero callan lo que advirtió después de cada promesa: que el fuego del infierno espera a quien muera en pecado. El Evangelio de Cristo es 50% promesas y 50% advertencias; pero estas se censuran. Sin embargo, la promesa es caricia que adormece el espíritu; sólo la advertencia orienta los radares de cada pecador confrontado, hacia el único ser previsto por Dios para salvarle.

Como los políticos en busca de votos, prefieren ser ‘correctos’ y decir lo que el mundo desea oír; callan los nítidos avisos de Cristo sobre lo que ocurrirá a todo el que, habiendo sido bautizado o no, muera luego violando la Ley de Dios. Son políticamente correctos por temer que se les vacíen las iglesias y haya merma de dinero en ofrendas y diezmos. Hecho ocurrido en el relato de Jn 6:60, cuando los insensatos dejaron de seguir a Jesús porque les advertía con toda claridad y dureza, sin suavizar el mensaje recibido del Padre, y se sintieron ofendidos por ello.

Hoy, con total tranquilidad, omiten en cada discurso ese 50% del Evangelio constituido por las advertencias sobre las terribles consecuencias del pecado. Y ello implica que la mayoría de la iglesia cristiana de hoy es fiel a Cristo… solo al 50%; pese a que el Señor se entregó al 100% en la cruz, para que todos tuviéramos un 100% de salvación.

Caso aparte es la iglesia católica, que salpica con agua a recién nacidos libres de pecado, siguiendo doctrina de hombres, y no el método de Dios: el de Juan Bautista al bautizar a Cristo por inmersión total. Es una doble blasfemia decir que si un niño inocente muere sin bautismo, tiene que ir al purgatorio, un lugar palmariamente malo; y alterar el método de bautismo de Dios. Siguen los susurros de Satanás y propugnan a un Dios injusto, para torpedear las Escrituras y que muchos pierdan la fe. Son los pecadores quienes deben arrepentirse y bautizarse; los niños sin pecado están bajo la protección de ángeles de Dios; lo enseñó el Salvador en Mat 18:10. Si mueren en niñez inocente, van al reino de los cielos, pues tienen la pureza que exige dicho reino.

Si  no se propugnan las advertencias de Cristo, y/o si no se hacen las cosas según su pedagogía, didáctica y método (la forma perfecta) se está diciendo/haciendo lo que a satanás le interesa. Jesús también advirtió en Mat 12:30: “Quien no está conmigo, está contra mí; y quien conmigo no recoge, desparrama.” O es a su forma y manera… o se estará trabajando para el diablo y se recibirá pago de traición por ello.

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