Como pueblo de Dios en España, estamos viviendo una circunstancia inmejorable, que abre nuevas posibilidades para la causa del evangelio en nuestra patria. La situación actual es todo un reto a la ‘acción y a la oración,’ priorizando, por supuesto, a esta última.
La acción debe dirigirse en primer lugar, a fomentar la unidad con el cuerpo de Cristo, con miras a una mayor creatividad en próximas actividades de testimonio. Pero, para que este trabajo llegue a buen fin, generando óptimos resultados, la oración resulta vital; creemos en el poder de la plegaria sentida en el espíritu, y estamos convencidos que cuando el pueblo de Dios ora con Fe sincera y ardorosa, Dios oye en los cielos… y actúa.
Es cierto que nuestra responsabilidad en estos tiempos excede a nuestra capacidad. No obstante, si realmente deseamos que el Espíritu Santo irrumpa en nuestras vidas con toda su plenitud, debemos reconocer nuestra actitud, fuerza, sabiduría y fruto como una dádiva del mismo Creador, ya que solo de Él puede venir la bendición auténtica y genuina.
Por lo tanto, nuestra oración como Iglesia, Templo de Dios, debe ser incesante y fervorosa delante del Trono de la Gracia del Altísimo. Es por esa razón que el señor nos pregunta: ¿Has orado hoy?
Si lo has hecho, habrá sido para la Gloria del Todopoderoso y para tu propia bendición. Pero si todavía no has doblado tus rodillas para hablar con Él, hazlo y dile:
«Señor, dame un Crecimiento espiritual; anhelo una comunión íntima contigo.
Señor, dame un Discernimiento, para saber buscar tus prioridades en cada área de mi vida, y así servirte mejor.
Señor, dame Fortaleza tuya en mis momentos difíciles para que no sucumba en ellos.
Señor, irrumpe en mi vida, Quebrantándome y Moldeándome a tu imagen, para sentir la plenitud del Espíritu Santo en mi vida cristiana, y que el Espíritu Santo tome el control de cada área de mi existencia.»
Con amor cristiano:
Pr. Daniel Contreras
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