¿HOMÍNIDOS O ADÁNICOS MUTANTES?
«Mas no todos aceptaron el evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Pero digo: ¿No han oído? Antes bien, por toda la tierra ha salido la voz de ellos, y hasta los fines de la tierra sus palabras». Romanos 10:16
Aun está fresca la imagen del último hallazgo arqueopaleontológico en Atapuerca: otra lente en la óptica evolucionista, ante su preocupación por los orígenes de la humanidad. La mandíbula descubierta en la Sierra de Burgos, según los codirectores del yacimiento, Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, corresponde a un antepasado del hombre, ascendente directo, datado en 1,2 millones de años: ‘de los primeros pobladores de Europa‘
Juan Luis Arsuaga, situó el fósil de la Sima del Elefante en la especie ‘Antecessor‘: ‘Todos deseamos que la especie que hemos encontrado sea antepasada directa, no un tío abuelo‘. Para Arsuaga la conclusión es rotunda: ‘El Homo Anteccesor, dueño de esta mandíbula, es el mejor candidato para ser nuestro antepasado directo de hace un millón de años. Al filo del millón de años no hay nadie mejor para resultar, no un pariente lejano ni un tío-abuelo, sino el antepasado directo, el padre de nuestro padre‘.
O sea, estamos no solo frente a una quijada humana, sino ante otro motivo de discusión en el seno de los investigadores evolucionistas, la lucha contra la teoría que dice que los pobladores europeos llegaron desde África, a través del corredor de Palestina. Incluso se plantean la posibilidad de que el dueño de esos dientes haya sido el origen de los neandertales y de las poblaciones modernas; hipótesis reforzada por los artefactos líticos a su lado. Según el arqueólogo Eudald Carbonell, son útiles de piedra cincelados a modo europeo; 1, 2 millones de años atrás, los homínidos africanos los hacían de otra manera.
También apareció un fragmento óseo, y junto a él, un gastado premolar inferior de alguien que murió a los 20 ó 25 años de edad; el diente más antiguo descubierto en Europa. Esperemos que haya mesura y no se repita la historia del hombre de Nebraska ni que lo lleven al Museo Nacional de Ciencias Naturales, en Madrid, exhibiéndolo como el primer homosapiens europeo, hasta que se demuestre algo en contra de la teoría, y la vergüenza inunde de nuevo a los ilusionados cazadores de tumbas ancestrales.
A día de hoy, el Hombre de Neandertal, según los antropólogos evolucionistas, es una especie del género Homo que habitó Europa y partes de Asia occidental desde 230 mil hasta 29 mil años atrás, durante el Paleolítico medio. Sus características definidoras, a partir de los huesos fósiles descubiertos (unos 400 individuos), son: esqueleto robusto, extremidades cortas, tórax en barril, arcos supraorbitarios resaltados, frente baja e inclinada, faz prominente, mandíbulas sin mentón y gran capacidad craneal 1.500 cm³.
Yo tengo un amigo que responde exactamente a esos caracteres físicos; alguien con quien siempre se puede contar, y que sorprende a quien no lo conozca de trato, pues su palabra muestra, desde el primer instante, que su aspecto de troglodita no tiene nada que ver con su manifiesta inteligencia. ¿Han topado ustedes con alguna persona con tales características, en su hacer diario? Estoy seguro que sí; nuestra raza está tan enriquecida, que hay morfologías físicas de todos tipos entre los hombres pertenecientes a una misma generación.
Si preguntamos a la primera persona que vemos, qué diferencia a los seres humanos de los monos, seguramente la respuesta hable de lenguaje, razonamiento, de la cognición de sí mismo… y de caminar erguidos sobre dos piernas. Sin embargo, un extraordinario hallazgo antropológico desveló en Turquía la existencia de humanos cuadrúpedos que andan encorvados, apoyado en pies y manos, debido a una extraña mutación genética.
Estas personas, de una misma familia turca, aportan la insólita posibilidad de que los homínidos referidos por la paleontología como antecesores de la humanidad, que aún no andaban erguidos, simplemente eran ancestros humanos. No tan viejos como se plantea, pero con malformaciones en sus restos que azorarían a sus descubridores, solo algunos miles de años más tarde. Adjunto las fotos, para que juzguen por sí mismos:
Sin embargo, convirtiendo el revés en victoria (como buenos especialistas que son en eso), tras haber descubierto a esta familia de cuadrúpedos humanos, el fisiólogo turco Uner Tan, de la Universidad Cukurova de Adana, sostuvo que todos estos rasgos típicamente humanos pueden ser el resultado de una mutación singular; un acontecimiento evolutivo «puntual«, como ya propusieron en su día los biólogos Stephen Jay Gould y Richard Lewontin, y no de una evolución gradual, como tradicionalmente sostiene la teoría darwiniana clásica.
Estos casos, clínicamente definidos como ataxia cerebral y síndrome de Uner Tan, que sufren los miembros de esta estirpe turca, se manifiesta en el cuadrupedismo (personas que caminan sólo y siempre sobre las manos y los pies y, a menudo, oblicuamente), un lenguaje bastante reducido, grave retraso mental, reducida conciencia de sí mismos y una postura habitual encorvada y con la cabeza inclinada, incluso cuando el afectado está sentado. En otras palabras, estas víctimas de un defecto congénito, encarnan lo que se podría definir, según la larga tradición evolucionista, como el célebre eslabón necesario.
El ‘International Journal of Neuroscience’ narró nimiamente este síndrome manifiesto cerca de la frontera con Siria, en la provincia de Iskenderun, la ciudad de Alejandro Magno. Allí, fisiólogos, neurólogos y psicólogos analizaron la descendencia de lejanos consanguíneos: 19 hijos entre los 14 y los 36 cinco años, de los cuales nacieron con el síntoma cuatro niñas y un niño, mientras otros 12 eran normales, (dos, muertos precozmente). Se les realizó análisis genético detallado, y se concluyó una característica genética recesiva, ocasionada por un cromosoma no sexual.
Un examen cerebral, con resonancia magnética, reveló además un estrechamiento de la región llamada ‘vermis‘ y una reducción del cuerpo calloso. Pero, aún ante una mutación genética, con la obstinación sabida de los evolucionistas, cerrados a cualquier posibilidad de error, Tan aseguró que este defecto genético parece producir un retraso de miles de millones de años en el reloj de la evolución humana. Es decir, no considera que la alusión a fósiles de homínidos-chimpancés, como cuadrúpedos aun no evolucionados, en realidad fueran gente como nosotros, víctimas de mutaciones en su ADN.
El biólogo inglés Nicholas Humphrey, junto a sus colegas John R. Skoyles, de la London School of Economics (LSE), y el anatomista Roger Keynes de la Universidad de Cambridge, tras examinar en profundidad a los enfermos, dijo: ‘Estas personas caminan de la misma manera que nuestros ancestros hace millones de años‘. Es decir, cualquier cosa menos admitir que los fósiles hallados hasta el momento pudieran ser humanos.
La existencia de esqueletos correspondientes a humanos y animales antiguos muertos antes y después del Diluvio, no ayudan a la teoría de la Evolución en lo absoluto. Algunas especies que los evolucionistas consideran como extintas y usan para «fechar» los estratos en que se localizan, todavía existen hoy en día. Por ejemplo, ellos suponían que el pez celacanto había desaparecido con los dinosaurios «sesenta millones de años» atrás. Los fósiles del celacanto localizados en los lechos de roca, se usaban como evidencia innegable de sesenta millones de años de antigüedad.
Pero hace poco se supo, para tribulación de los doctos, que el pez estaba vivo y podía hallarse fácilmente en las costas de Madagascar, pescados por los aborígenes durante toda su vida. Los peritos aun tratan de solventar el «colosal enigma«, incapaces de entender cómo el celacanto sobrevivió «tanto tiempo«. Así, durante todas las décadas en que ‘los instruidos‘ clasificaron a este pez junto con los dinosaurios e «identificaron» la edad de las rocas a través de él, los habitantes estuvieron pescándolo y usando sus duras escamas para parchar cámaras de bicicletas pinchadas. ¿Quién fue más culto, el nativo de Madagascar, ignorante de la evolución o los evolucionistas que consideraron a este pez «un antecesor del hombre«, según el esquema de la selección natural?
Un fraude gigantesco ha distorsionado por completo la geología fósil que sustenta todo el sistema. Los evolucionistas afirman el desarrollo de un organismo superior o más complejo a partir de otro inferior o más simple; contradiciéndose una vez más a sí mismos inexplicablemente, al sostener que entes gigantescos y superdesarrollados como los dinosaurios, vivieron solo en períodos más distantes.
Uno de los baluartes cardinales de su teoría ha sido siempre la clasificación de estratos rocosos. Así, dicen hallar las formas de vida más simples o «primitivas» en los estratos «inferiores» y las más complejas o «recientes» en los estratos «superiores«. En esta presunción yace su contradicción: cuando hallan fósiles favorables a su sistema para clasificarlos «primitivos«, entonces los usan.
Pero estos no siempre se observan en capas uniformemente «ascendentes», con formas simples de vida en el fondo, tal como se le hace creer a quien carece de conocimientos, puesto que han aparecido animales gigantescos en sustratos inferiores, en lugar de las capas más superficiales, mientras que también se encuentran restos «primitivos o simples» en los lechos más altos.
Muchos huesos y artefactos han sido hallados ‘fuera de lugar‘, en un estrato que la geología evolucionista dice que simboliza un periodo de tiempo cuando, por ejemplo, ese organismo no vivía, según su propio árbol filogenético; o en medio de artilugios humanos que según ellos mismos, no pudieron haber sido hechos aun.
Hay cantidad de ejemplos, varios publicados en revistas científicas respetadas, antes que el paradigma evolucionista se enclaustrara. No salen en las revistas científicas evolucionistas de hoy, solo porque su cosmovisión les rechaza. Por ejemplo, G.F. Howe, E.L. Williams, G.T. Matzko, y W.E. Lammerts, ‘Estudios de la Sociedad de Investigación en Creación, Polen Precámbrico, Parte III: Un análisis de polen de Hakatai Shale y otras rocas del Gran Cañón,’ Creation Research Society Quaterly, 1998, 24(4):173-182.)
También se han hallado restos humanos en estratos cretáceos: dos esqueletos en una mina de cobre en Moab, UTA, en la Piedra Arenisca Dakota, señalada por la Geología en el Cretáceo; supuestamente la ‘Edad de los Dinosaurios.’ (C.L. Burdick, ‘Descubrimiento de Esqueletos Humanos en Formación Cretácea (Moab, UTA),’ Creation Research Society Quaterly, 1973, 10(2):109-10.)
Para saber si los hallazgos en un mismo sitio, cohabitaron y murieron a un tiempo, los paleontólogos inspeccionan los fósiles, buscando daños u otras claves. Sin embargo, la explicación del ‘escape estratigráfico‘ (algo ‘joven’ hallado en roca antigua), es invocada casi invariablemente para los fósiles que están ‘fuera de lugar‘.
Las osamentas normales no resultan interesantes; hay demasiados antropólogos en el mundo, y todos están tras la noticia que les catapulte a la fama: ese es el sueño de todo profesional. Ante tanta competencia, algunos no han dudado incluso mentir y tergiversar evidencias con tal de ganar su tiempo de gloria; en cuantro hallan restos humanos cuyas formas no resultan normales, la excitación les puede y se ven ante la añorada muestra jamás encontrada antes. Más abajo les muestro otras fotos, sacadas de un viejo libro de Teratología de principios del siglo XX; juzguen ustedes mismos, si no sería posible que cualquier paleontólogo pensaría en el eslabón perdido, si hallaran restos de personas que en vida hayan sufrido malformaciones similiares, hipermineralizados, debido, por ejemplo, a una gran humedad del lecho donde se encuentren:
No se sabe en qué parará la historia del maxilar de Atapuerca, si esta es contada por quienes se oponen a una Creación en la que participó el mismo espíritu de Jesús; los creyentes en fe no tenemos dudas de que perteneció a la estirpe de Adán, es decir, ‘uno de los nuestros‘, nacido y muerto en un entorno que no supera los 6000 años; vaya, todo un chavalito.
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