Si queremos ser de utilidad para el mundo y para las personas que amamos, debemos comenzar por superarnos con constancia, en forma individual. Los hijos observan mucho más que lo que escuchan; las palabras les entran por un oído y les salen por el otro, pero cuando les llega por los ojos, la instrucción va directamente a su corazón.
Un padre cabal, vive dando ejemplo recto, sin exigir resultados inmediatos. Solo con una actitud paciente pero constante, podrá obtener los frutos que desea, a largo plazo. En el plano consciente, los hijos se prometen no cometer los mismos errores de sus padres; pero en el plano subconsciente, no pueden evitar llevar consigo la grabación de los ejemplos recibidos. Estos recuerdos influirán mucho en su temperamento futuro.
Una persona observadora, seguramente se habrá sorprendido a sí misma, diciendo o haciendo cosas que sus padres decían y hacían; también habrá confrontado al mismo tiempo, más de una vez, su voluntad de no querer hacer algo con el impulso de hacerlo.
Los hijos cargarán en el subconsciente, durante muchos años, los patrones de conducta que observaron en sus progenitores. Seamos coherentes con este conocimiento, y esforcémonos responsablemente, para que ninguna de nuestras influencias resulten negativas; así nos evitaremos el arrepentimiento por nuestras malas enseñanzas.
Pastor Daniel.
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