Cierta vez, mientras yo intentaba aprender más sobre mitocondrias, como una de las diferencias entre procariotas y eucariotas, encontré esta definición, de concepto evolutivo:
«Los cálculos estadísticos que se han realizado informan que, en los mamíferos y en concreto en el hombre, cada 10.000 años aproximadamente surge una mutación en una de las bases del ADN mitocondrial. Es decir, la diferencia entre una mujer que hubiera nacido hace 40.000 años y un descendiente directo, vía materna que viviera hoy, sería por término medio, 4 bases. De hecho, un estudio realizado en los ADNmt de los europeos (Bryan Sykes), afirma que estos provienen de siete mujeres, las siete hijas de Eva. La más antigua habría vivido hace 45.000 años y la más moderna hace unos 15.000 años. La Eva mitocondrial, la antepasada común más moderna de todos los seres humanos que hay en el mundo, se remontaría de este modo a unos 150.000 años.»
Como esto se contrapone frontalmente con mi convicción de una Tierra mucho más joven, siempre según la instrucción recibida de Jesús, Bereshit judío bajo el brazo (Las Escrituras a las que constantemente se refiere en la Biblia), decidí que tendría que estudiar mucho para ser capaz de hallar los datos científicos que negaran esta teoría de ‘los 1500 siglos’ de convivencia humana. Lo he hecho, y he llegado a la siguiente conclusión:
El Genoma mitocondrial, [ADNmt], contiene los datos genéticos de las mitocondrias, esos orgánulos demasiado ‘programados’ para ser casuísticos, y que entre otras cosas, generan la energía celular Y he visto además, que su herencia generacional, aunque se afirma que es matrilineal, en realidad es negada ocasionalmente. Dicha exclusividad está desmentida al acreditarse la transmisión de enfermedades de este origen por vía parental.
El ‘New England Journal of Medicine’ (2002) reseña:
«Marianne Schwartz y John Vissing, del Departamento de Genética Clínica del Hospital Universitario Rigs, en Copenhague, han recogido el caso de un hombre de 28 años con miopatía mitocondrial asociada a una delección 2 bp del ADNmt, en el gen ND2, que codifica una subunidad del complejo enzimático ‘l’, de la mitocondria de la cadena respiratoria.
Han determinado que la mutación en el ADNmt es paterna, y que supone el 90% del ADN mitocondrial del músculo del paciente. Mientras no se conozca en qué porcentaje hay transmisión de ADN paterno, que en principio no tiene por qué causar enfermedad y por tanto no es detectable clínicamente, como en el caso citado, no se podrá «ajustar» la fiabilidad de este método.»
En el ADNmt humano, hay solo 37 genes codificantes (no existen zonas no codificantes); en el ADN cromosómico del núcleo celular, hay entre 20-25 mil genes. Esto facilita más la labor de investigación en el primero. Otra característica substancial del ADNmt es que no se recombina; implicando que los únicos cambios que haya podido sufrir, exclusivamente se deben a mutaciones a lo largo de multitud de generaciones.
No obstante, suponiendo que esta información viene solo de la madre, y que no varía generación a generación, replicando la huella de cada mamá genética, se debería llegar hasta la Eva de los orígenes. A veces ocurren raras mutaciones que una madre pasa a su cría, y permiten a los genetistas ‘ubicar’ los ancestros en el eje del tiempo. Un ejemplo: si su abuela adoleció una mutación en su ADNmt, sus hijos y ‘los hijos de sus hijas’ heredaron el fallo genético, esa línea familiar será diferente al resto de la población del mundo, permitiendo identificar a todos los descendientes de esta madre.
En el 1987, científicos de la Universidad de Berkeley, California, publicaron un estudio comparando el ADNmt de 147 personas de todas las zonas geográficas del mundo (chinos, hindúes, africanos, europeos, aborígenes, etc.) El resultado arrojó que todas… ¡tenían el mismo ancestro femenino! Todos venían de la misma madre: la «Eva mitocondrial».
No hay ningún pasaje bíblico, referente a ella, más que la que menciona a la superviviente esposa de Noé, descendiente directa de Eva, en unas 10 generaciones. ‘Bereshit’, el génesis original judío, escrito por Moisés, y que Jesús llevaba consigo para instruir sobre la Verdad, nos dice, en su capítulo 7, versículo 7:
«Noaj (Noé), con sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos, entraron al Arca a causa de las aguas del Diluvio.»
Humanos y mamíferos terrestres perecieron en el diluvio universal; solo Noé y sus 3 hijos varones, subieron al arca con sus mujeres, salvándose. Así que en realidad no hay una, sino 4 Evas mitocondriales en la expectativa de la humanidad; sin embargo, las nueras de Noé, genéticamente están a la misma distancia aproximada que su esposa, de modo que sus mitocondrias debieron haber sido casi idénticas.
¿Mas, de dónde vinieron estas Evas? Inicialmente se concluyó que probablemente de África; pero estudios ulteriores señalan que el origen fue Asia o Europa. (Marcia Barinaga, » ‘La Eva Africana’,» Science, Vol. 255, 7 febrero 1992, pp. 686-687.)
Y aquí, antes de hablar del ADNmt, se presenta otra congruencia Ciencia-Bíblia, pues esta cita que las sobrevivientes criaron a sus hijos entorno al Monte Ararat, [Bereshit/Génesis 8:4], que la tradición judía ubica en el extremo oriental de la actual Turquía: ¡Casi Europa! En otras palabras, todos los contemporáneos podemos reclamar a alguna de esta 4 Madres como nuestra joven tátaratátara, aun por cumplir los 6000 años.
Esto arroja otro punto de debate: ¿Cuándo vivieron esas Evas mitocondriales? Analicemos Armenia, situada en las montañas que rodean el monte bíblico. Los arqueólogos tienen pruebas de que fue uno de los primeros lugares de la civilización humana, incluso la cuna de la agricultura y la civilización. ¡Desde 6000 a. C. hasta 1000 a. C! Fósiles locales de herramientas, lanzas, hachas e instrumentos de cobre, bronce y hierro, indican que se produjeron allí y se comercializaron en tierras vecinas, donde no existe igual abundancia de metales.
Llegados a aquí entremos en el rastreo de los lenguajes. Los lingüistas admiten claramente que no saben cómo se originan los idiomas, pero sí cómo se extienden o distribuyen hacia distintas áreas del mundo, y en «La historia temprana de los idiomas indoeuropeos», los especialistas Thomas V. Gamkrelidze y V. V. Ivanov ( no cristianos), concluyen:
«Nuestro trabajo indica que el protoidioma nació hace unos 6,000 años, en la Anatolia oriental (oriente de Turquía)…» [Scientific American, Vol. 262, Marzo 1990, p. 110]
¡6000 años! ¡Imposible hallar mayor congruencia entre las cronologías y lugares bíblicos, y las edades y sitios científicos!
Varias generaciones después del Diluvio, los idiomas se multiplicaron a partir de Babel (Bereshit/Génesis 11:1-9). El ‘Babel’, relacionado con el vocablo inglés «babble», que significa «proferir sonidos sin significados.» La mayoría de los teólogos coinciden en que la Torre de Babel existió en algún punto entre los ríos Tígris y Éufrates, un área circunscrita a la antigua Babilonia y el Monte Ararat.
Y ahora, regresemos a las investigaciones del 1987, sobre el ADNmt de 147 personas y la «Eva mitocondrial», donde empieza en verdad el debate. ¿Cómo cotejar la asiduidad de mutaciones del ADNmt? El cálculo mitocondrial evolutivo ofrece una contradicción: Eva tiene unos 150000 años, y Adán, solo 50000; 84.000 años esperando al padre de sus hijos. ¿Cómo se mantuvo viva la especie de esa Eva evolutiva durante 84000 años, sin un Adán que la hiciera madre? Solo quedando embarazada de machos de otra especie; ¡84000 años de híbridos germinantes, sin una sola presencia fósil! Y a eso, sin inmutarse, le llaman Ciencia.
Note que esta conclusión Eva-Adán mitocondrial se afirma como algo probado, aunque se base en supuestos sin evidencias… y el número arrojado no concordó con la posición anterior, según se esperaba. Todo lo contrario, restó millones de años a la posición sostenida anteriormente, pues hasta ese momento la evolución enseñaba en las aulas que el «ancestro común de los humanos era una criatura parecida a los monos, existente millones de años atrás».
Mas, sorprendentemente, en 1997 [y al fin hemos llegado a lo mejor], científicos evolutivos ultimaron tras un estudio, que las mutaciones del ADNmt ocurren 20 veces más rápido que lo que se pensaba. Los ritmos de mutaciones se fijaron, concluyentemente, comparando el ADNmt de múltiples pruebas de madre-hijo. Usando este nuevo método (propuesto por evolucionistas), Eva mitocondrial vivió hace aproximadamente… «¡6,000 años!»
Se han hecho varios trabajos para medir explícitamente la tasa de sustitución en el ADN mitocondrial. Una referencia es Parsons, Thomas J., et al., En esa investigación, se observó una alta tasa de sustitución en el control de la región ADN mitocondrial humano. [Nature Genetics vol. 15, abril de 1997, pp. 363-367].
También en http://www.cs.unc.edu/~plaisted/ce/mitochondria.html, se dice:
«La tasa y el patrón de secuencia de sustituciones en la región de control (CR) ADNmt, es de vital importancia para los estudios evolutivos humanos, y la identificación en pruebas forenses. Así, en un informe de medición directa entre tasa de sustitución en humanos, en zona CR, se cotejaron secuencias de ADN de dos segmentos hipervariables de parientes cercanos, vía materna, de 134 linajes ADNmt. Todos independientes y abarcando 327 generaciones, en las que fueron observadas diez sustituciones; lo que resultó en una tasa empírica de 1 cada 33 generaciones o 2.5/site/Myr. Unas veinte veces mayor que las estimaciones derivadas de análisis filogenéticos.»
Algo más adelante continúa:
[«El rango de sustitución observado aquí es muy alto en comparación con los deducidos de otros estudios evolutivos. Una amplia gama de tasas de sustitución CR se han obtenido de estudios filogenéticos, abarcando unos 0.025-0.26/site/Myr, incluidos los intervalos de confianza. Otro dio una estimación más rápida: CR: 0,118±0.031/site/Myr; asumiendo un tiempo de generación de 20 años, que correspondió a ~ 1 cada 600 generaciones, con una edad total ADNmt, de 133000 años.
Pero nuestra observación de la tasa de sustitución: 2.5/site/Myr, es unas 20 veces más alta que la prevista a partir de análisis filogenéticos. Nuestro tipo empírico para calibrar el reloj molecular ADNmt se tradujo en una época de los ADNmt MRCA, de sólo unos 6500 años, claramente incompatible con la edad conocida del humano moderno. Aun reconociendo que el MRCA de ADNmt puede ser más joven que el MRCA del humano actual, sigue siendo plausible para explicar la distribución geográfica conocida del ADNmt, secuencia de variación de la migración humana, producida sólo en los últimos ~ 6500 años.]
O sea, como siempre, si se llega a una evidencia contradictoria con la teoría evolutiva, se acude a la argucia argumental para intentar quitar importancia al resultado científico que les niega; pero ahí está: otra contradicción evolutiva demostrada por la misma Ciencia a la que se pretende usar de sostén. De nuevo, como en el artículo anterior, el reloj molecular no se corresponde con las expectativas de la teoría evolutiva basadas en un planeta anciano. El reloj molecular que dató el mitocondria madre anterior, se ‘calibró’ asumiendo que surgimos de los simios hace unos cinco millones de años.
Esto añejó a ‘Eva’ en cientos de miles de años atrás; pero cuando el rango de las mutaciones actuales fue medido y usado en el cálculo, la fecha resultó en 6,500 años: el pretendido reloj de su razón resultó correr más rápido que lo que se esperaba. Cualquier parecido con la historia Bíblica… no es casual. ¡Qué ironía: La Ciencia les arroja en los brazos de lo mismo que niegan!
Por supuesto, otra evidencia que surge de este experimento, es que los procariotas no se volvieron mitocondrias, sino que ambos surgieron a la par… durante la Creación de Dios. El necesario protocolo de años para que un virus, supuestamente, adquiriera su propia fuente de energía, ha sido echado abajo de golpe. La información real de estos hallazgos científicos tiene más sentido en el marco Bíblico de la historia: se corresponde con la creación de la variedad biológica desde el principio, y con la instrucción de un gran Diluvio creando muchos fósiles en un período corto de tiempo, un lapso total de miles de años.
Las noticias de la revista ‘Nature’ y otras que no pongo aquí, porque aun me falta contrastar datos, dicen que según el nuevo reloj, Eva apenas tendría unos 6000 años de edad. Parsons dice que «estudios evolutivos le incitaron a esperar una mutación en 600 generaciones». Se «pasmaron» al hallar 10 cambios de bases-pares, que les daba el rango de una mutación aun menor: cada 40 generaciones. [Parsons, T.J. et al «A high observed substitution rate in the human mitochondrial DNA control region», Nature Genetics 15: 363-368, 1997].
La evolución ha tratado de evadir la fuerza de estos resultados respondiendo que el alto rango de mutación sólo ocurre en ciertos trozos de ADN llamados «puntos calientes» y/o que el alto rango (observado) causa mutaciones que «borran» los efectos de este alto rango. Por lo tanto, convenientemente, el rango es asumido alto durante un corto tiempo o bajo durante un periodo largo de tiempo, según convenga: un intento de amoldarse a la verdad que le sale al paso; ‘instinto de supervivencia’. Otro ‘quite’ que le impone la Ciencia, que en este milenio del conocimiento y la luz, le está pasando factura y le seguirá pasando, por cada embuste que ha sido capaz de generar en su particular cruzada antiCristo.
La importancia de estos hallazgos en tiempo real, anulan todo lo que existe en bibliotecas con respecto a ‘homimonos’ ancestrales, erróneamente datados por el ADN mitocondrial. Los 6000 años mitocondriales resultan otra confirmación de que, cada vez que la Ciencia está en condiciones de contrastar la manifestación bíblica, ambas son coincidentes, negando las afirmaciones de una teoría evolutiva a la ligera, que lleva más de un siglo cambiando constantmente sus cálculos, intentando sobrevivir a sus propios errores.
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