EL ADN RATIFICA Y DESMIENTE.

enero 28, 2008

Enero 28/2008

EL ADN: DEMOLEDORA EVIDENCIA DE UN CREADOR.

El develamiento de la cadena de doble hélice de la molécula de ADN, avivó la biología y resultó en una ventana abierta a muchas respuestas sobre el origen de las enfermedades que más han golpeado a la humanidad. El proyecto del Genoma humano ha sido uno de los mayores éxitos de la ciencia; sin embargo, los evolucionistas ateos lo aclaman como una prueba a favor de la evolución y un clavo en el ataúd de la Biblia.

Según ellos, este hallazgo de un orden molecular universal, que acumula y tramita información a cada nuevo embrión, ya sea vegetal o animal, ofrece una respuesta totalmente física del origen y proceso de la vida en la tierra, sin un Creador.

Para los cristianos, a diferencia de los ateos, el ADN manifiesta que existió un Diseñador que instauró esta maravillosa complejidad ‘codificada’: la información más eficiente, puesta en genes originales. Y es que, si existe un código, debe existir por tanto el ‘codificador’. ¿O es que esperan también que nos creamos que esa estupenda compilación fue fruto de sucesivas casualidades ocurridas durante miles de millones de años?

El único recurso para ‘suponer’ la procedencia del ADN, es nuestra propia deducción, pues ningún humano estuvo presente para observar. No basta explicar que el ADN ‘pudiera’ formarse de pedazos en un proceso al azar; también deben exponer su opinión sobre la fórmula de interpretación. En otras palabras, no es suficiente decir que, muchas letras situadas al azar se unen, por ejemplo, en un orden: ñasdfjadrjewwfgsdfasdfañlsdfjñ’ y que esto signifique: «La proteína tal, debe ser llevada hasta el punto ‘mas cual’.

Esta escalera de letras no significa nada, a menos que se disponga de un ‘lenguaje pre-existente‘ para poder interpretarlas. La dirección a la que debe ser enviada una proteína específica, para realizar una determinada función biológica en el organismo, tiene significado sólo para el organismo que es capaz de interpretar el código. ¿Pero, quién creó ese complejísimo lenguaje codificado universal del ADN?

El Bioquímico Dr. Duane Gish, un pionero en el movimiento creacionista, y vicepresidente del Institute of Creation Research (Instituto de Investigaciones Sobre la Creación), comenta acerca del genoma humano:

‘La genética es tan increíblemente compleja y puede ser tan maravillosamente relacionada, que definitivamente demanda un origen inteligente’.

Él explica que las células deben tener un proceso sofisticado increíble de edición para asegurar que cada gen es reproducido libre de error. Todos esos errores se infiltrarían, no tendrían sentido, y sería el final. El hecho de que se debe tener el proceso de edición desde el principio, significa que tuvo que haber sido creado para estar allí, ser eficiente, y hacer su trabajo; de otra forma, no existiría la vida.

La idea de que todo surgió por accidentes al azar, errores genéticos, etc., no responde ni a la lógica ni a la inteligencia del ser humano; no importa las impresionantes palabras que usen para convencer: filogenia, cladogramas y dendogramas, embriología comparada y fisiología comparada, métodos anatómicos, embriológicos, etológicos y ecológicos, la citología, la biología molecular, comparaciones cromosómicas, inmunoelectroforesis, precipitación cuantitativa, el citocromo c, la hemocianina, el ADN nuclear…

¿No resulta apabullante tanta verborrea, haciéndonos sentir analfabetos? ¡Cuántos recursos, tratando de anular la verdad que el mismo Creador tomó especial empeño en que quedara escrita y que fuera transmitida a todas las generaciones futuras!

«…No escuches palabrerías mundanas y vacías, ni los argumentos que opone esa mal llamada ciencia, que a algunos, por profesarla, ha desviado de la fe.» 1ª Ti 6:20-21

Si algo debemos aprender del descubrimiento de la cadena de ADN, es ‘humildad’. Tanta inteligencia y perfección debería infundirnos, cuando menos, respeto. No estamos contra la ciencia, sino todo lo contrario; los avances en la medicina, con los descubrimientos de nuevos fármacos que evitan dolor a millones de enfermos y que han convertido a enfermedades que causaban epidemias y muertes, en padecimientos curables, son un orgullo para el Señor, puesto que se han concebido para el servicio a los demás.

El primer llamamiento al que nos convoca Jesucristo reiteradamente es el amor a nuestros hermanos; el auxilio desinteresado, libre de todo egoísmo, nos acerca más a Él. También nos exhorta constantemente a que seamos  abundantes en longanimidad; es decir: entereza y constancia de ánimo absoluta ante obstáculos y adversidades.

Es como demandarnos dominio propio y valor firme ante las provocaciones, el  peligro, una desgracia… o cualquier impedimento que atente contra sus enseñanzas. Debemos defender Su credibilidad, con humildad y energía; manteniendo siempre una correcta y respetuosa actitud de comportamiento y de expresión, mientras demos testimonio.

Porque Él es la Verdad, el Camino y la Vida; nadie llega al Padre si no es través de Él… y la verdad es como el amor: solo es buena cuando se comparte; se multiplica cuando se divide.

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