UN SUBSUELO MUY HÚMEDO.
Desde hace días, el diluvio ha sido tema de debate en este blog; en específico, lo que respecta a la cantidad de agua necesaria para cubrir la tierra y la hipotética imposibilidad de que posteriormente toda pudiera desaparecer de su superficie en un año. Y aunque ya ha sido demostrado, desde la lógica humana, que pudo haber agua suficiente para inundar el planeta; ahora nos vemos obligados a explicar su regreso al estado actual.
Partamos desde la dificultad que impone la cifra calculada, base de la duda: los hipotéticos 4.400.000.000 km3 de agua señalados por el distinguido profesor J.M. Hernández, de la Cátedra de Zoología de la Universidad Complutense, en Madrid.
El Everest, con la cúspide más alta del planeta, y punto que lógicamente estableció el techo de dicho cómputo, tiene en la actualidad unos 8848 mts sobre el nivel del mar. Pero, ¿tuvo siempre esa altura? Veamos:
Los montes Himalayas, generalmente conocidos como el ‘techo del mundo’, exhiben las cumbres más pronunciadas de la Tierra. La roca que cubre al Everest, la mayor de todas, es piedra caliza, que se forma en el fondo de los mares cálidos, poco profundos, y que se compone totalmente de fósiles marinos, desde plancton hasta almejas y peces. Durante años, los geólogos no lograban explicar cómo los residuos endurecidos de pequeños organismos marinos podían existir en la cumbre de ese coloso de la Naturaleza. ¿Cómo explicar la presencia de un fósil oceánico en el monte Everest a más de 8000 m del nivel del mar? La Ciencia se enfrentó al enigma y dio una respuesta:
Hace millones de años, en la Era Terciaria, y según la teoría de tectónica de placas, el Himalaya, surgió, cuando la placa India chocó con la Euroasiática, empujando y doblando rocas del fondo marino, en altos picos. Actualmente, se constata que la India sigue moviéndose hacia el norte y los Himalayas continúan elevándose a una velocidad de 1 cm por año.
Sigue creciendo, debido al choque de los bloques de la corteza terrestre, que empujan hacia arriba. Podría pensarse que, de mantenerse así, algunos picos de la «morada de las nieves eternas» superarían los 9 kms. de altitud, pero algunos expertos dudan que se pueda ascender más allá de ese tope máximo, debido a la fuerza de gravedad y los desplazamientos geológicos que contrarrestan su crecimiento.
Llegados a este punto, no resulta agresivo el pensamiento de una tierra inicial con mucha menos altura que la observada hoy. ¿Era plana? No, de ninguna manera, pues Gen. 7:19 señala: «fueron cubiertas todas las altas montañas de la tierra» ¿Cuánto medía la mayor, entonces? Considero que ese es un trabajo que corresponde a los geólogos, pero se pudiera sugerir que buscaran cimas altas, sin presencia de fósiles marinos.
La deducción científica con respecto al movimiento tectónico, confirma la instrucción bíblica sobre el diluvio de Noé: «se rompieron las fuentes del gran abismo«, (el mayor ‘proveedor’ de agua). Solo se distancia de la Geología en cuanto al tiempo, pues la Palabra de Dios enseña que esos hechos ocurrieron hace solo unos 4500 años.
La Biblia también señala que los acuíferos profundos prevalecieron durante 150 días. (Gen 7:24) y que luego empezaron a bajar. Otra alegoría, se lee en Salmos 104:6:
«Sobre los montes estaban las aguas. A tu reprensión huyeron; al sonido de tu trueno se apresuraron: subieron los montes, descendieron los valles, al lugar que tú les fundaste. Les pusiste término, el cual no traspasarán ni volverán a cubrir la tierra.»
Y aquí llegamos al siguiente punto: una parte del agua se evapora, y se reubica en la atmósfera, según se explicó en el anterior artículo: «El diluvio: ¿Mucha agua o poco espacio?». La otra regresó a la tierra, de donde provino.
El agua subterránea representa una fracción importante del total presente en los continentes, con un volumen mucho mayor que la masa retenida en lagos y ríos; aunque menor al de los mayores glaciares, (26 millones de km3). Las más extensas pueden alcanzar millones de km (Acuífero Guaraní). Llena cavidades y circula por galerías; ocupa los intersticios (poros y grietas) del sustrato rocoso o del sedimento sin consolidar, que la contienen como una esponja: una excepción significativa, la ofrecen las rocas solubles (calizas y yesos), susceptibles de sufrir el proceso llamado karstificación, en el que el agua excava simas, cavernas y otras vías de circulación.
El agua del interior, normalmente empapa materiales permeables que constituyen capas o formaciones a los que se le denominan acuíferos: un área hacia donde la lluvia percola bajo la acción de la gravedad, y se almacena. La formación acuífera viene definida por una base estanca (muro), y por un techo, ambos pueden ser libres, semipermeables o impermeables, conteniendo dichas masas de agua subterránea.
De hecho, existen dos clases de reservas acuíferas que ofrecen recursos no renovables: las profundas, de las grandes cuencas sedimentarias, presentes en todas las zonas climáticas, con bolsas de agua dulce cautivas, accesibles mediante sondeos que pueden sobrepasar los mil o dos mil metros de profundidad; y los de bolsa libre, de gran grosor, en zonas áridas. (Acuífero de Areniscas de Nubia)
El denominado Sistema Acuífero Guaraní, es uno de los reservorios de agua subterránea más grandes del mundo, con un área de alrededor de 1.190.000 kilómetros cuadrados (Gigante del Mercosur: superficie mayor que España, Francia y Portugal juntas), con un volumen total de agua almacenado, de 37.000 kms.
Las aguas subterráneas constituyen cerca del 30% del agua dulce disponible en nuestro planeta. Los casquetes polares y glaciares contienen el 69%. Apenas 1% forman los ríos, lagos y represas. Estos números dan a las aguas subterráneas una importancia cardinal. Hay muchísimos en todas las longitudes y latitudes del planeta. Ejemplo de ellos:
1. Acuífero de Areniscas de Nubia: 150 000 kms3.
2. Acuífero del Norte del Sahara: 130 000 kms3.
3. Sistema acuífero Guaraní: 75 000 kms3.
4. Gran Cuenca Artesiana: 64 900 kms3.
5. Acuífero Altas Planicies: 40 000 kms3.
6. Acuífero del Norte de China: 30 000 kms3.
Estos son solo algunos de los que existen, cuyos datos son conocidos; China posee varios, al igual que la antigua Unión Soviética; pero consideran el agua como algo estratégico y no dan muchas informaciones del contenido. Sin embargo, se ignora si por error político, o ‘jugada política’, el 11 de febrero de 2003, el servicio de prospecciones geológicas de China hizo público el descubrimiento de una enorme bolsa de agua subterránea bajo las arenas del desierto de Takla Makan, (una de las zonas más áridas del mundo), en la pobre región de Xinjiang, zona noroccidental del país. El volumen de este gran lago subterráneo se estimó en unos treinta mil kms cúbicos.
Hay muchísimos más: en Australia, en Israel (sin cuantificar, pues lo consideran dato estratégico, aunque su tamaño le sobrepase en extensión). Los judíos cuentan con dos grandes depósitos: uno bajo la sierra central que atraviesa el país de norte a sur, y el otro a lo largo de la llanura costera; además de varios depósitos acuíferos más pequeños. La sierra de Judea y Samaria es el área de reaprovisionamiento natural de varios de los mayores y más importantes depósitos subterráneos.
Los estudiosos del tema piensan que la clave de la solución de la crisis mundial del agua se oculta en las entrañas de la tierra. El abastecimiento de más de la mitad de la población mundial depende de las aguas subterráneas, que pueden extenderse a lo largo de miles de kilómetros y contienen reservas de agua suficientes para satisfacer las necesidades de la humanidad durante muchos decenios.
Por ejemplo, para hacernos una idea de la magnitud de los acuíferos de arenisca de Nubia, descritos antes y enterrados bajo las arenas del desierto que se extiende bajo Libia, Egipto, Chad y Sudán, tendríamos que imaginar una piscina de varios centenares de metros de profundidad, con el agua más cristalina del mundo y las dimensiones de un país como Alemania.
Para conocer mejor este misterioso capital natural de nuestro planeta, los hidrogeólogos de más de 20 países han preparado el primer estudio continental sobre los acuíferos transfronterizos de África. Estos especialistas se reunieron del 2 al 4 de junio 2003 en Trípoli (Libia) en el contexto de un proyecto de la UNESCO denominado Iniciativa Internacional sobre la Gestión de los Recursos de Acuíferos Compartidos (ISARM), en el que participan varias organizaciones internacionales como la Asociación Internacional de Hidrólogos (AIH), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa (CEPE).
El reciente estudio sobre África ha puesto de manifiesto la existencia de un total de 20 acuíferos transfronterizos, entre los cuales hay 5 que eran completamente desconocidos hasta la fecha. Por ejemplo, los hidrogeólogos de Benin han sabido que el acuífero que abastece a la capital, Cotonu, traspasa la frontera con Togo. Ambos países se han mostrado interesados por la creación de una estructura destinada a administrar conjuntamente este acuífero, que irá cobrando cada vez más importancia en el futuro, cuando el nivel de las precipitaciones lluviosas disminuya a causa del cambio climático.
Otra sorpresa, fue el hallazgo de un importante acuífero entre Ghana y la Côte d’Ivoire. Los hidrólogos ya habían empezado a investigarlo, pues satisface el 80% de las necesidades de agua de la población local. Los especialistas de Ghana acaban de saber que el acuífero entra en su territorio. Se están preparando planes para estudiar y administrar conjuntamente este recurso.
Ahora bien, otro dato a tener en cuenta, es que la capacidad de contención de agua no es la misma que hace 4500 años. Se ha comprobado que la capa freática de muchas regiones del mundo se reduce constantemente y algunos ríos, como el Colorado en los Estados Unidos y el Amarillo en China, se secan con frecuencia antes de llegar al mar. En China, las capas freáticas acuíferas del norte han descendido treinta y siete metros, ¡solo en treinta años! y, desde 1990 desciende un metro y medio cada año. ¿Cuál habrá sido la capacidad de la entraña de la Tierra para almacenar agua del Diluvio?
Nadie lo sabe a ciencia cierta; pero resulta evidente que la altura necesaria no puede calcularse por la del Everest, que no se puede subestimar su cuantía, y que mucha, mucha agua, pudo ser almacenada luego del diluvio, en los no muy lejanos tiempos de Noé.
De todo lo presentado, se derivan dos cuestiones vitales: las cuentas del estimado profesor J.M. Hernández, resultaron de un análisis coherente, pero partieron de una base errónea, y la Palabra de Dios se confirma con los restos marinos hallados en las alturas del Everest:
«…se rompieron las fuentes del abismo.»
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