LA DEMANDA DE CRISTO.

febrero 4, 2009

Como parte de su enseñanza Jesús decía:’ —»Tengan cuidado de los maestros de la ley. Les gusta pasearse con ropas ostentosas y que los saluden en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los lugares de honor en los banquetes. Se apoderan de los bienes de las viudas y a la vez hacen largas plegarias para impresionar a los demás. Éstos recibirán peor castigo.» [Mar 12:38-40]

La mayor preocupación que puede llenar al cristiano de hoy es la divergencia tan grande que existe con respecto a la interpretación de la Palabra del Señor. Y todo comenzó a partir de que el hombre se separara de las claras instrucciones de Jesús:

«No lleven oro ni plata ni cobre en el cinturón, ni bolsa para el camino, ni dos mudas de ropa, ni sandalias, ni bastón; porque el trabajador merece que se le dé su sustento. En cualquier pueblo o aldea donde entren, busquen a alguien que merezca recibirlos, y quédense en su casa hasta que se vayan de ese lugar. Al entrar, digan: ‘Paz a esta casa.’ Si el hogar se lo merece, que la paz de ustedes reine en él; y si no, que la paz se vaya con ustedes.» [Mat 10:9-13]

Con el paso de los años, y gracias a la influencia de ‘teólogos‘, la interpretación que se le dio a esta instrucción fue la siguiente:

Vivan en un castillo de Roma, olviden la ‘toalla a la cintura’ [Juan 13:5], instituyan clara diferencia jerárquica, no solo con cargos asignados, sino mediante vestiduras, gorros y bastones que anuncien ostensiblemente, la ‘dignidad’ individual… y luego dejen que sean otros los que evangelicen; ustedes, solo rijan y administren.’

Como resultado de este ‘desvirtuar‘ la Palabra de Cristo, hoy tenemos un Vaticano, un Papa, ‘dicasterios de la Curia Romana’, el cuerpo administrativo de la Iglesia Católica, cardenales, arzobispos, obispos… y sacerdotes.

Quizás esta situación fue la que hizo que el monje alemán Martín Lutero (1483-1546), a modo de ‘protesta‘, presentara las 95 reflexiones sobre el valor de las ‘indulgencias‘ en el portón de la Iglesia de Todos los Santos, en Wittenberg, Alemania, y creara una corriente nueva: el luteranismo, regido por la misma Biblia, pero con la interpretación diferenciada de un Dios que no juzga nuestras obras, sino nuestra fe; modo obviamente ambiguo para establecer juicio. Así fundamentó el nuevo pensamiento… y así también los nuevos adeptos obviaron a Cristo en ese punto específico.

A su favor debo decir que Lutero abre la doctrina del ‘Sacerdocio Universal‘, [con la que estoy de acuerdo, pues fue lo que propugnó Jesús], en donde afirma que las Escrituras son inteligibles para todos los creyentes y que cada uno, libremente, puede examinarlas a la luz del espíritu. Lutero, fiel al Señor en ese punto, buscó hacer de cada creyente su propio sacerdote.

Pero en general, su particular separación fe-obras, dio pie a que los teólogos continuaran surgiendo en masa, sometiéndose a satanás, y dividiendo más la casa de Cristo, con interpretaciones protestantes de todo tipo sobre Su Instrucción inicial, la que le llevó a la Cruz.

La vanidad, soberbia y egolatría del hombre, dividió la iglesia cristiana, pese a los avisos de Pablo. Hoy existen más congregaciones que leyes de Dios, y cada una da su particular interpretación bíblica, segmentando el árbol de Cristo en: católicos, anglicanos, bautistas, evangelistas, ortodoxos, pentecosteces, mormones, testigos de Jehová… la gran apostasía, pues hay un solo Cristo y una sola Verdad.

Al margen del error teológico de los sucesores de Pedro y los apóstoles del inicio, así como de los de Lutero, vemos a Calvino [líder de la iglesia protestante] haciendo su particular aporte. Calvino no se limitó a predicar y a tratar de influir en los hábitos, sino que asumió un total poder político, ejercido durante 25 años, hasta su muerte. Fundó una forma de disciplina eclesiástica, con jurisdicción consistorial, facultada para infligir censuras y castigos canónicos, excomunión incluida. Su junta de ancianos y pastores, con amplio poder de sanción, vigilaba y reprimía las conductas antiCristo: se vedó y acosó el adulterio, la fornicación, el juego, la bebida, el baile y canciones obscenas, y se obligó la asistencia regular a los servicios religiosos.

Y bajo su jefatura, el Consistorio de Ginebra condenó a Miguel Servet a la hoguera, imitando hechos anteriores de la Inquisición católica… ‘candela‘ que señala claramente en dirección al mismo horno de satán, el auténtico ideólogo de cada teología inoculada al hombre para adulterar la instrucción de Jesús, quien dejó claro que solo Él juzgaría.

Así, el nuevo concepto: ‘justificación por fe‘, negó la teoría católica/ortodoxa sobre ‘obra por fe en la salvación‘… que en ese punto específico, es la más fiel. Y digo esto porque no ocurre lo mismo con respecto a la mediación de los santos y el culto a imágenes, propio del catolicismo… algo SÍ totalmente opuesto a la instrucción de Cristo y del propio Dios, desde que avisa de este peligro en Lev 26:1:

«No se hagan ídolos ni levanten imágenes ni piedras sagradas. No coloquen en su territorio piedras esculpidas ni se inclinen ante ellas. Yo soy el Señor su Dios

A lo largo de la historia, la mano del diablo ha dirigido cada teólogo corruptor del precepto de Jesús, pese al esfuerzo del Señor por que no se olvidara su Palabra. Así se validó tanto el culto al ídolo, como la falsa eminencia de una fe que le hace la vida ‘fácil‘ al cristiano, inculcando inconscientemente algo de autocomplacencia: ‘Comulgo con fe, y me olvido de las obras‘. ¡Un error clásico en la iglesia actual!

¿Dónde se originó ese malentendido? No hay dudas que en varias cartas de Pablo, que presentan la fe como elemento clave para alcanzar la salvación. Pero no se debe soslayar el contexto: Pablo evangelizaba a una generación que nunca había oído hablar de Jesús o que si lo había hecho, había sido acusándole de cosas terribles, como venido de la propia fuente de satanás. Por eso insistió una y otra vez en el acto de la fe; por ejemplo, en Rom 10:8-10:

«… Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para alcanzar justicia; mas con la boca se hace confesión para alcanzar la salvación

O sea, se refiere a un momento puntual, recién crucificado Cristo. Y especifica que la fe en Jesús, confesándole como el Mesías, les haría salvos; de la misma forma que acredita que muchos judíos israelitas no la alcanzarían, porque su falta de fe no les permitía reconocer al Señor como enviado de Dios. ¡Eso era lo importante al principio! Si no se reconocía a Jesucristo, no se oían sus instrucciones, y no serían alcanzados los objetivos; habría muerto en vano.

Pero también, a lo largo de su enseñanza, el propio Jesús alertaba sobre las obras:

«Por sus frutos los conoceréis. ¿Se cogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?» [Mat 7:16]

Pablo mismo aclara que el acto de fe, en conjunción con el obrar según las instrucciones, es lo que lleva a la salvación [Rom 11: 19-22]:

«Tal vez dirás: ‘Sí, pero las ramas fueron cortadas para injertarme a mí en el olivo’. Bien, pero fueron cortadas porque no tenían fe, mientras que tú estás ahí solo porque tienes fe. Así que no te jactes, sino más bien siente temor. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará. Mira, pues, que bueno es Dios, aunque también que severo. Ha sido severo con los que cayeron y ha sido bueno contigo. Pero tienes que vivir siempre de acuerdo con su bondad, pues de lo contrario, tú también serás cortado

Las leyes humanas nos hacen ir siempre tras las últimas ‘enmiendas‘, para saber cómo pueden afectarnos. No hablo de una ley nueva, sino de ‘revisiones fundadas en malas experiencias‘ con las ya establecidas; y así hay que ver el Apocalipsis, como ‘testamento enmienda‘, el último legado escrito de Jesucristo.

Jesús, en el capítulo dedicado a ‘las iglesias‘, quiso aclarar cómo juzgaría a quienes se auto proclaman cristianos. Hablando en parábolas, se dirige de forma hipotética a 7 iglesias, separando las malas y buenas obras; pero la alegoría se distingue porque cada vez que termina la instrucción en cada una, concluye siempre:

El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.’

Repite 7 veces la frase en plural, aunque aparentemente se dirigiera a una iglesia en particular, ratificando que tal mensaje no es para una iglesia determinada, sino para toda la iglesia cristiana mundial: ‘los que tenemos oídos‘. Además, constantemente insinúa la atención que Él dará a las obras:

Apo 2:2 «Yo sé tus obras, y tu trabajo y paciencia; y que tú no puedes sufrir a los malos, y has probado a los que se dicen ser Apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos«

Apo 2:9 «Yo sé tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza, pero tú eres rico, y sé la blasfemia de los que se dicen ser Judíos, y no lo son; mas son la sinagoga de Satanás

Apo 2:23 «…y todas las Iglesias sabrán que YO SOY el que escudriño los riñones y los corazones; y daré a cada uno de vosotros según sus obras

Apo 2:13 «Yo sé tus obras, y dónde moras, donde está la silla de Satanás; y tienes mi Nombre, y no has negado mi fe, aun en los días en que fue Antipas mi testigo fiel, el cual ha sido muerto entre vosotros, donde Satanás mora

Apo 2:19 «Yo he conocido tus obras, y amor, y servicio, y fe, y tu paciencia, y tus obras, las postreras que son muchas más que las primeras

Apo 3:1-2 «Y escribe al ángel de la Iglesia que está en Sardis: …»Yo conozco tus obras; que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y confirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios

Apo 3:7-8 «Y escribe al ángel de la Iglesia que está en Filadelfia: …Yo conozco tus obras: he aquí, he dado la puerta abierta delante de ti, y ninguno la puede cerrar; porque tienes algo de potencia, y has guardado mi Palabra, y no has negado mi Nombre

Apo 3:14-15 «Y escribe al ángel de la Iglesia de los laodicenses: He aquí, el que dice Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios; Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni hirviente. ¡Bien que fueses frío, o hirviente!»…

En fin, puede que para algunos teólogos, las obras sean de carácter secundario, e intenten hacer aparecer como ‘favorecido‘ a todo aquel que confiese su fe en Cristo; pero evidentemente, el que vendrá con la toga de talla única, no piensa igual, y considera que más allá de la fe, juzgará su consecuencia:

«y el que no toma su cruz [obras]y me sigue no es digno de mí». [Mat 10:38]

Que nadie se engañe: Apocalipsis es el primer y único libro en el que Jesús alecciona directamente a ‘las iglesias’. Obviar su puntualización al respecto, es ignorarle en su dimensión de ‘Cabeza Evangelizadora’. Solo hay un Cristo, solo una Palabra; se impone pues, una sola definición. Y aunque la egolatría de alguien considere algún comentario suyo como ‘políticamente incorrecto’, Él sabe por qué dijo cada frase que dijo, y nuestra única función es trasmitirla, sin juicio humano corrector.

Si tienes fe en Jesús serás salvo; tu fe te guiará hacia el amor, y hará que todos tus pecados sean llevados a ‘O’… pero a partir de haberle aceptado como el Señor, tendrás que acreditarte con tus actos. Es la única forma de demostrar tu fe; ella demandará tu obra desde el amor, por el resto de tu vida. Pero eso se evaluará por el único capacitado para evaluar:  Fe-amor-obras, un trío inseparable.

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