LOS ELEGIDOS III

junio 5, 2008

«No me elegisteis vosotros a mí, mas yo os elegí a vosotros; y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis del Padre en mi nombre, Él os lo dé.» (Juan 15:16)

Algunas veces, nos centramos tanto en las luchas, que olvidamos de la promesa de Salmos 23:6:

«Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida; y en la Casa del SEÑOR reposaré para siempre.»

Estamos familiarizados con los problemas de Job, pero olvidamos que fueron temporales, en una vida bendecida; solo una etapa de prueba.

Por otra parte, el dolor que José sufrió durante algún timpo, con sus propios hermanos, y luego en la cárcel, fue eclipsado por los años de influencia que luego disfrutó en el Palacio del Emperador de Egipto, de quien llegó a ser su Administrador, su hombre de confianza.

¿Tienes problemas para disfrutar de las bendiciones porque temes que no duren mucho? o ¿Estás tan acostumbrado a los problemas que constantemente estás en tensión? Pues la situación es la idónea para estar sentado en una cómoda mecedora, echarte hacia atrás y relajarte.

Y tú dirás: Pastor, ¿qué me dice?… Pues así es; es hora de que confíes en Dios y ¡empieces a relajarte! Él no te ha traído hasta aquí para abandonarte, sino que, como promete en Juan 15:16:

» os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis del Padre en mi nombre, Él os lo dé.»

¡Alegría y éxito duradero! Ese es el plan del Señor para ti. Dios es fiel a su Palabra; nunca dice nada acerca de tu vida y luego permite que falle. No, él dijo en Isaías 55:11:

«…así será mi Palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, mas hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para lo que la envié.»

En Génesis 1:14 Él dijo:

«Sean luminarias en el extendimiento de los cielos para apartar el día y la noche; y sean por señales, y por tiempos determinados, y por días y años»

Y el mismo sol de entonces brilla hoy por la Palabra que lo creó, y brillará también mientras sea su voluntad. Ahora bien, si Dios hace esto con un objeto inanimado, ¿no piensas que Él cuidará de ti también? ¡Venga, empieza a confiar! Su promesa es repetitiva en ese sentido en Mateo 24:35, Lucas 21:33 y Marcos 13:31:

«El cielo y la Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán»