«Es pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve, pues por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe, entendemos haber constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.» (Hebreos 11; 1-3)
En el verano pasado, leí un libro del pastor evangélico Yonggi Cho, (cuya iglesia ronda el millón de fieles) que me impactó. El libro comienza dando testimonio de un iraquí, que habiendo perdido la pierna en un accidente, la recuperó, en presencia de este líder cristiano. El milagro llegó a través de un teólogo del Instituto Fuller, en EU, el doctor C. Meter Wagner, y por resultarme interesante, copio y pego el testimonio de Yonggi Cho.
[‘Cuando llegué, me presentó a un iraquí a quien le faltaba la parte inferior de la pierna, por causa de un accidente de tren sufrido hacía ya un tiempo. En su compañía también estaban la esposa del teólogo y el pastor Kim Young Kil, junto a otros.
Luego de haber finalizado una oración, el doctor Wagner impuso su mano sobre el afectado y comenzó a clamar en voz alta:
– ¡En el nombre de Jesús de Nazaret, pierna, estírate! ¡Pierna, estírate! ¡En el nombre de Jesús de Nazaret, pierna, estírate!…
No paró de declamar por más de cinco minutos; no obstante, nada había sucedido. Entonces traté de consolarle y dije:
– Quizás la pierna se estire de forma gradual.
Todos los presentes se unieron en un eco de consolación; sin embargo, el hombre no se dio por vencido y exhortó al iraquí a que repitiera en voz alta la siguiente invocación:
«Creo en un Dios vivo. Creo en Jesús como mi Señor. Creo que Jesús me sanará»
Después de oírle proclamar esta oración, le hizo tomar asiento nuevamente; yo me sentí un poco incómodo y comencé a orar:
– Dios, perdona mi poca fe; Padre, sin importar la sanidad de la pierna, no permitas que el doctor Wagner tenga un tropiezo.
Nuevamente, el teólogo impuso su mano sobre la pierna y clamó en voz alta:
– ¡Ordeno, en el nombre de Jesús de Nazaret, pierna, estírate! ¡En el nombre de Jesús de Nazaret, estírate!
Repentinamente, algo increíble comenzó a manifestarse. Quedé tan sorprendido que casi caí al suelo: ¡La pierna se estiraba en cuestión de medio minuto!
Este milagro causó un gran impacto en mi vida; nunca llegué a pensar que Dios estaría tan cerca de nosotros. El prodigio no había ocurrido en una iglesia, ni en un centro de oración, ni en una conferencia de avivamiento; se trataba de una oficina de un profesor de teología, quien con fe, había dicho: «pierna estírate»… en el nombre de Jesús de Nazaret.
El iraquí, excitado, comenzó a andar de un lado a otro, sin cojear, equilibradamente. ¡Cuán grande es la gracia de Dios! Él no estaba a un millón de kilómetros, sino junto a nosotros, obrando a través de la confesión de nuestra boca.’]
Hasta aquí el relato; tengo razones personales para creer en este suceso. Mas comprendo la duda en el corazón agnóstico, e incluso en el del creyente cuya fe aun no ha alcanzado la estatura que Dios espera de todos. En verdad, los milagros de Jesús, dos mil años atrás, no fueron más que el fundamento de los que Dios realiza hoy en distintos puntos del orbe, a través de personas elegidas para manifestar su Poderío, que creen sin dudar en el prodigio, y la invocación del nombre de Jesús de Nazaret. (No me refiero a los ‘brujos’ o ‘chamanes’)
Sin saberlo, el pastor asiático fue el detonante para que el Dr. Wagner obtuviera la gracia del Eterno, y lograra conseguir lo que para la Ciencia no tiene explicación. La lectura de ‘La Cuarta Dimensión’ le había proporcionado la fe imprescindible para que contara con el beneplácito del mismo Dios. Cho había escrito ese libro en el año 1980, y según él, no se había debido a su propio saber, sino a una profunda comunión con el Espíritu Santo, que le hizo revelaciones sobre esta dimensión y su repercusión en el hombre; diariamente, oyó su voz por más de una hora, en su lugar de oración, en privacidad absoluta.
Luego de esa experiencia, surgió el otro libro: ‘LA ESPIRITUALIDAD DE LA CUARTA DIMENSIÓN’, en el que se recuerda que la Biblia enseña que «lo que se ve, fue hecho de lo que no se veía«. La realidad del mundo de la tercera dimensión (este que vivimos) no ha sido producto de la evolución; pese a que la teoría de Darwin sostiene que la Biología del universo ha evolucionado y aún está en ese proceso. La Biblia instruye que la naturaleza de la tercera dimensión no es producto de la evolución, sino de la Creación a través de la 4ª Dimensión de Dios; una dimensión superior que transforma el plano tridimensional.
Enseña que el mundo sensorial de la 3ª dimensión, no es producto del autodesarrollo y la autoevolución, sino del poder de la 4ª Dimensión, Su poder. Intentaré trasmitir la idea que relaciona las Dimensiones físicas y las espirituales, aunque resulte algo abstracta y quizás muchos renuncien al artículo. Les exhorto a que lean, pues al final estarán en posesión de otra forma de ver los sucesos, los fenómenos de la Naturaleza… y del Espíritu:
Según se aprende en la escuela, (con algún cambio parafrasal) la 1ª Dimensión es una línea que une dos puntos separados; o dicho de otra forma: es el segmento de recta entre dos puntos. Pero este concepto es inexacto, pues esa línea no debe tener alto ni ancho, y si la trazamos, por afilada que esté la punta del lápiz, siempre los contendrá; de modo que la 1ª Dimensión es en realidad una línea imaginaria.
Al ir al papel, dejará de ser unidimensional, para convertirse en bidimensional; la línea, en sí misma, cambia a plano: aunque de forma microscópica, tiene ancho y alto. O sea, si la 1ª Dimensión se manifiesta, está destinada a someterse bajo la 2ª dimensión.
La relación 2ª/3ª dimensión es similar; la 2ª es un plano, pero si se traza en un folio, este se convierte en realidad en un cuerpo tridimensional, puesto que el mismo contendrá ‘profundidad’, en el ‘espacio’ que ocupa. Así, en realidad el plano bidimensional es imaginario, puesto que la 2ª Dimensión, teóricamente hablando, solo tiene dos medidas. De modo que al manifestarse en el plano, queda sometida automáticamente bajo la tercera dimensión. Y la tercera dimensión es justo en la que vivimos, la que estamos en mejor condición de entender: toda perspectiva en este plano, contiene alto, ancho y profundidad.
Por último, en física y matemáticas se trata la 4ª dimensión; en la primera, al hablar del tiempo, principalmente desde el planteamiento de la Teoría de la Relatividad. En matemáticas, el concepto se refiere o bien a espacios euclídeos de más de tres dimensiones o, más generalmente, a espacios localmente euclídeos. Luego, espacio y tiempo, ambos son exclusivos de la 4ª Dimensión. Así, podemos decir que la 4ª dimensión es aquella donde coexisten e interactúan el alto, el ancho la profundidad… y el espacio/tiempo.
Ahora bien, el cuerpo tridimensional deja de serlo en el mismo instante en que se manifiesta, puesto que contiene espacio, además de interactuar con el tiempo, ya que se manifiesta en un tiempo ‘t’; de modo que en realidad sería un cuerpo imaginario que, al manifestarse, se sometería a la 4ª Dimensión, abrazando también al concepto de tiempo y de espacio. O sea, la 3ª Dimensión, (esta) se hallaría sometida a la 4ª Dimensión.
Sería una 3ª Dim. con tiempo y espacio, patrimonios del infinito. El espacio atañe al infinito… y contiene la infinidad; al igual que el tiempo concierne a lo eterno… y contiene la eternidad. El espacio sujeta lo infinito y el tiempo lo eterno; en síntesis, la 4ª Dim. es la extensión tiempo/espacio donde el concepto ‘tiempo’ es agregado al espacio tridimensional continente de lo visible… y de toda energía espiritual invisible al ojo humano, manifiesta en una frecuencia fuera de su rango. Algo así como el magnetismo, las microondas, etc, cuya presencia sentimos sin poder ver; aunque lo espiritual, a diferencia de las demás energías, posee vida propia.
Los animales no pueden superar la 3ª dimensión física, ni tampoco tienen la capacidad intelectual humana, porque no tienen espíritu. Por orden dominativo, la dimensión espiritual que supera a la dimensión sensorial, se presenta así: la dimensión de Dios, los ángeles… y todas las fuerzas malignas, jefe incluido a su cabeza. Algo advertido por el Apóstol Pablo, bajo revelación, en su carta a los Efesios, en 6:12:
«Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra señores del siglo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los cielos.»
Dios es Señor de la infinidad y la eternidad; es infinito y eterno. El Espíritu Santo habló al corazón del Pastor Cho e iluminó este concepto muy claramente:
«No soy alguien que se halla a un millón de kilómetros. Tú piensas que yo no puedo entender lo que hablas en secreto, y que no conozco tu sentar y tu levantar. Error; soy alguien que está más cerca que tu propio corazón.»
El hombre es un ser tridimensional; pero al ser creado a imagen de Dios, también cuenta con un espíritu, que mora en el cuerpo carnal y pertenece a la 4ª Dimensión. Bajo ese contexto espiritual, el espacio ya se halla en nosotros en forma de infinidad, y el tiempo en forma de eternidad; este principio es aplicable para todos, sin importar sus creencias.
El humano fue creado para estar bajo el gobierno de lo infinito y lo eterno; nos hallamos bajo la soberanía de Dios en todo momento y en todo lugar. La dimensión mayor abraza y sojuzga la dimensión menor. Es una teoría científicamente comprobada; la primera dimensión está contenida en la 2ª dimensión, así como la 2ª es contenida por la 3ª, y ésta, a su vez, en la 4ª. De igual manera, el Dios infinito y eterno, sojuzga todo el universo de la 3ª dimensión; el mismo en el que todos estamos viviendo.
La Biblia declara que Dios está en todo y sobre todo; la 4ª Dimensión Espiritual contiene al tiempo y espacio… pero también les supera. En Bereshit 1:1 dice:
‘En el comienzo de la creación de Dios del cielo y la tierra [recién creada], cuando la tierra estaba informe y vacía, con oscuridad sobre la superficie del abismo, y la Presencia Divina flotaba sobre la superficie de las aguas, dijo Dios: «Que haya luz», y hubo luz.’
La Tierra, 3ª Dim., estaba informe y vacía y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, ante la presencia de Dios, dominador en la 4ª Dimensión. Milagros creativos ocurren en el mundo de la 3ª dimensión cuando el Espíritu Santo se mueve.
«Dios dijo: Sea la luz. Y fue la luz» (Bereshit 1:3 o Génesis 1:3)
No fue ‘transformación‘, sino ‘Creación‘. Dios creó la luz de la nada, bajo el efecto de su palabra; de la misma forma creó todo lo demás, en 6 días de 24 horas, aunque eso resulte imposible de entender desde los limitados conocimientos humanos: una obra es efecto de su ‘obrador‘, y jamás podrá superarle en inteligencia, por mucho desarrollo que alcance. Cada día nos trae un conocimiento nuevo… y también surge una duda nueva.
Vivimos en la 3ª dimensión, pero nuestro espíritu pertenece a la 4ª. Somos hijos de la eternidad y la infinidad, por haber sido creados a imagen y semejanza de Dios; el cuerpo físico caducará, pero el espíritu vivirá por la eternidad, ya sea en el reino de los cielos o en el infierno. Un espíritu débil produce un cuerpo enfermo, pero si aquel se fortifica, se logrará un cuerpo vigoroso.
Así que desde el punto de vista de la 4ª Dim., el hombre es un ser eterno y el espíritu humano sojuzga el cuerpo tridimensional; de ahí que representamos la única especie animal capaz de someter grandes campos de la Naturaleza con nuestro intelecto, a medida que hemos ido avanzando en conocimientos científicos y tecnológicos.
El espíritu no radica en una parte específica del cuerpo, sino que ‘vive’ plenamente en todo él, ya que la 4ª Dim. incluye, y a su vez se halla, en la 3ª dimensión, dominándola. El hombre espiritual no debe ser dominado por el cuerpo físico tridimensional, (bajas pasiones, malos hábitos…) sino que fue diseñado para imperar sobre este.
El apóstol Juan, el más cercano a Jesús de los 12, recibió la revelación cuando estaba físicamente en la isla de Patmos. Su espíritu fue elevado al cielo y vio toda la gloria existente allí: así surgió el «Apocalipsis».
¿No es estupendo? Nuestro espíritu no está atado a la muerte física; en el minuto de morir, se apartará del cuerpo y se encontrará con el Señor Jesucristo. Colosenses 1:13 dice:
«El cual nos libró de la potestad de las tinieblas y trasladó al reino de su amado Hijo.»
Es decir, Su crucifixión, nos salvó de la 4ª dimensión del diablo, y llevó a la santa 4ª Dim. de Dios. Él nos libra de la potestad de las tinieblas y reubica en el reino de Cristo, pues Dios, diablo y espíritu humano, pertenecen a la 4ª Dim., con el hombre en el nivel más bajo, Satán y su tropa en el intermedio y Dios, Jesús, Espíritu Santo y sus ángeles, en el más alto. El hombre sojuzga a la 3ª Dim., pero la 4ª Dim. le somete; del propio hombre depende a quién se subyuga.
Satanás usa a quien que le facilite las cosas; canaliza su autoridad a través de debilidades carnales; y no me refiero solo a las sexuales. La historia narra de autócratas que llevaron a la humanidad al desastre en disímiles épocas, porque el maligno logró controlar sus espíritus, debido a que se habían apartado del Señor. Bajo su influencia, Hitler exterminó a seis millones de judíos y llevó a Europa a su destrucción; luego al ver que estaba ante su derrota, terminó, siempre bajo influjo demoníaco, suicidándose.
También se manifiesta alrededor nuestro: hijos apuñalando a madres, madres que matan a sus hijos, matrimonios que acaban en tragedia por asesinato, pederastia, violaciones, crímenes por dinero… Muchas veces no se comienza por ahí, sino desde sutilezas humanas: celos, envidias, codicia de lo que otros tienen… Y no cuando usamos nuestra boca para manifestar un mal pensamiento, sino mucho antes, desde que permitimos que la mala idea entre en nuestra mente y le dejamos roernos el corazón, incubando el mal y abriendo la puerta al controlador de los desórdenes espirituales.
Si el hombre deja de someterse a Dios, le someterá el diablo y quedará bajo su influencia. En esto no hay más opción; no se puede estar con el Señor y con su contrapartida. Jesús se inmoló en la cruz y resucitó después, para demostrar la realidad de la vida espiritual eterna; si marchamos con Él, actuando según sus enseñanzas, Él permanecerá fiel; el hilo conector se hará cada vez más fuerte, y la comunicación será cada vez más fluida.
Pero si decidimos, haciendo uso del libre albedrío que Dios nos concede, dirigir nuestros pasos en la dirección que Él nos ha alertado que no nos conviene, entonces nosotros mismos nos apartamos de ese ‘hilo espiritual‘, abriéndole la puerta al enemigo. Cristo no nos abandona; somos nosotros los que nos abandonamos a lo prohibido; aunque esa conexión siempre estará ahí, mientras existimos en carne, como opción segura ante el arrepentimiento, pues Dios, en su misericordia, es un Rey de segundas oportunidades.
Aquel que recibe a Jesús, manteniéndose fiel ante las tentaciones, es libre de la 4ª Dim. del diablo; a través de la sangre de Jesucristo, es trasladado a la 4ª Dim. espiritual de Dios, donde está el libro de la vida en el que se inscribirán los nombres de los liberados de las penurias anunciadas en el ‘Apocalipsis’ por el propio Cristo Jesús.
Quien sea fiel a Jesús hasta el final, obtendrá vida eterna en la 4ª Dim. de Dios; su espíritu, mente y entendimiento, recibirá la llenura de la plenitud en el Sion espiritual definitivo.
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