MUTACIONES: ¿PRO O CONTRA?
La irrupción de las leyes de la genética en el siglo pasado, puso a la teoría de Darwin en una crisis aguda; cuando él mostró sus postulados, no existía la genética, la microbiología ni la bioquímica. Si en su momento hubiesen sido de actualidad, quizás habría intuido que su hipótesis era totalmente anticientífica, y no habría exhibido sus supuestos sin sentido. La información que determina a las especies, ya existe en los genes; nada ha demostrado que la selección natural produzca nueva información. Lo que sí ha quedado patente, es que cada vez que cambia esa información, por lo general hay problemas con la especie.
El actual mundo de la ciencia parece tener una comprensión imperfecta de la estructura y funciones de la célula; según señalan las continuas ‘teorías‘ sobre su constitución primaria. Si Darwin hubiese tenido la posibilidad de verla bajo un microscopio electrónico, se le habría aparecido con la extraordinaria distribución de los organelos que la conforman. Habría observado con sus propios ojos que un simple cambio en ese sistema tan intrincado impediría su función; si hubiese tenido como herramienta, la biomatemática, se habría dado cuenta que ni siquiera una simple molécula de proteína, menos aun toda la célula, pudo existir de modo casual.
Quizás debido a las deficiencias técnicas de entonces, un grupo de investigadores imbuidos de fidelidad, se esforzó por hallar respuestas que resultaran en apoyos a las tesis evolutivas, y en 1941, genetistas, zoólogos, paleontólogos y matemáticos, se unieron a través de la Sociedad de Geología Norteamericana. De ese círculo salieron las bases para zurcir el desvencijado darwinismo, centrándose en el origen de las variaciones provechosas o útiles que supuestamente provocan que los entes vivos evolucionen; algo que el propio Darwin no pudo explicar, decidiendo apuntalarse con Lamarck.
Aparecieron entonces las ‘mutaciones azarosas‘; hicieron un tratado sobre ello, se acercaron a la pila bautismal evolucionista y la santificaron como ‘Teoría de la Evolución Sintética Moderna‘, que no fue más que adicionar el concepto de ‘mutación‘, a la tesis de la selección natural de Darwin. Fue el nacimiento y bautizo del neodarwinismo, que durante años, hizo exasperados ensayos por demostrar la racionalidad de lo que exponían al mundo, intentando establecer un caso de ‘mutación útil‘, mediante miles de experimentos; todos ellos finalizando en un completo fracaso.
Se sabía que dichos ‘accidentes genéticos‘, eran casi siempre dañinos. Escudriñaron en el impresionante diseño del ADN, buscando probar que los primeros organismos vivientes pudieron haberse originado al albur, bajo el contexto primitivo propuesto por la teoría; mas todos sus esfuerzos culminaron en el fiasco: la casualidad que impugnaban les negó la entrada. Todo cálculo estadístico señaló que ni una sola proteína: el ‘ladrillo‘ edificante de la vida, pudo haberse creado al azar. La célula que creyeron que emergió por casualidad, de forma no controlada, no pudo ni siquiera ser sintetizada en los mejores laboratorios.
La entrada en escena de la anatomía comparada, reveló que los géneros que se supuso evolucionaron de uno a otro, en realidad lucían rasgos anatómicos distintos, negando que pudieran constituir ancestros o descendencias. La propia teoría fue herida por los fósiles, pues jamás se ha hallado la ‘forma transitoria‘ que debería exhibir la supuesta evolución gradual de los organismos vivos, ya fuera en especies primarias o avanzadas.
El neodarwinismo nunca fue la teoría científica pretendida, sino un dogma ideológico: un tipo de religión que motiva que los idealistas evolutivos aún lo sigan patrocinando, pese a todas las certezas en contra; aunque no logren decidir cuál es el correcto, entre los distintos modelos propuestos. Uno de los más importantes, es el conocido como ‘equilibrio puntuado‘, que cobra fuerza entre los ‘creyentes evolutivos‘.
Muchos partidarios de la evolución, propugnan que esta ha sido lenta y gradual. En 1970, los paleontólogos norteamericanos, Niles Eldredges y Stephen Jay Gould, ya eran conscientes de que los registros fósiles refutaban la teoría neodarwinista, evidenciando que los organismos vivos no se originaron por evolución gradual, sino que aparecieron repentinamente y totalmente formados. (Se van acercando a la instrucción bíblica)
La acariciada esperanza de que las formas transitorias perdidas fueran halladas algún día, era negada una y otra vez por los hallazgos. Aunque Eldredges y Gould sabían que era un anhelo sin fundamentos, no renunciaron al dogma de la evolución, sino que exhibieron un nuevo modelo: el equilibrio puntuado, que dicta que las especies no resultan de pequeñas variaciones sino, más bien, por medio de cambios grandes y repentinos.
Más que fantasioso, fue caprichoso. La concepción de la idea tuvo lugar, cuando el paleontólogo europeo O. H. Shindewolf, planteó que el primer pájaro provino de un huevo de reptil, como resultado de una ‘mutación importante‘, es decir, por accidente en la estructura genética. Según esto, algunos animales terrestres pudieron haberse convertido en ballenas gigantes al sufrir una transformación total y repentina.
¡Supuestos que contradicen totalmente las normas de la genética, de la biofísica y de la bioquímica! Tan científicos, como los cuentos que sacan príncipes de ranas; aun así, dada la crisis que sufría la afirmación neodarwinista, ciertos paleontólogos evolucionistas abrazaron esta teoría, más grotesca incluso, que el propio neodarwinismo.
Se pretendía explicar los vacíos innegables en los registros fósiles. Sin embargo, es muy difícil intentar explicar racionalmente dicho vacío en la evolución de los pájaros alegando que ‘un pájaro surgió totalmente formado y repentinamente de un huevo de reptil‘, pues según la propia Ciencia, la evolución de una especie a otra requiere un cambio grande y adecuado en la información genética.
Además, ninguna mutación mejora la información genética, sino que trastoca, desordena y trastorna las síntesis codificadas en la molécula de ADN. Por lo tanto, las grandes mutaciones conjeturadas por el ‘equilibrio puntuado‘, provocaría solo perjuicios en la información codificada: desastres, no mejoras.
Por otra parte, el modelo de equilibrio puntuado colapsa desde su primer paso, por la imposibilidad de aplicarse a la cuestión del origen de la vida. Dado que no se ha podido demostrar que siquiera una simple proteína pudo haberse originado por casualidad, constituye un sin sentido el debate sobre si organismos constituidos por trillones de esas proteínas han sufrido una evolución ‘gradual‘ o ‘puntuada‘.
Pese a ello, el modelo neodarwinista llega a las aulas, intentando obligar a creer que hay mutaciones ‘buenas‘. Algunos microorganismos han podido ser controlados o erradicados, como el virus de la viruela, pero muchos aparecen o ‘mutan‘, dando lugar a nuevas enfermedades infecciosas. Así, vemos que en las últimas dos décadas se han descrito alrededor de treinta nuevos padecimientos, entre los que están el Ébola y el VIH/SIDA.
¿Por qué debe considerarse buena una mutación que solo provoca desórdenes a todos los niveles? Primero, a quienes sufren directamente sus efectos; luego, a los familiares que tendrán que enfrentar una situación que repercutirá sobre su tranquilidad espiritual, pues su estado de ánimo estará inquieto, viendo a un ser querido víctima del problema. Las visitas al médico serán constantes y, en función de la dolencia, la cantidad de medicamentos y complicaciones derivadas podrían ser incrementales en el tiempo.
Cuando las células se dividen, duplican su material genético. En general, este proceso está muy controlado y no ocurren errores, pero el mecanismo no es 100% efectivo. Por la pérdida de información codificada, a veces se produce un error (en promedio, uno cada 109 nucleótidos). Generan cambios en la secuencia del ADN y se denominan mutaciones. Veamos algunos ejemplos:
Enanismo acondroplásico: la mutación afecta el gen del receptor de factor de crecimiento ubicado en un cromosoma autosómico. Es dominante; es decir uno de los progenitores debería estar afectado con la enfermedad y el riesgo de transmisión a la descendencia es del 50%. La acondroplasia es un mal genético poco frecuente, del grupo de las displasias. Ocurre por mutación espontánea en el material genético, en cerca del 90% de los casos.
Fibrosis quística: mutación genética del cromosoma 7, regulador de la conductancia transmembrana. Provoca disfunción de todo el sistema exocrino. Este gen interviene en la producción de sudor, jugos gástricos, y moco. Aunque la mayoría de las personas sanas tienen dos copias funcionales, sólo una es necesaria para impedir el desarrollo de fibrosis quística. La FQ se desarrolla cuando ninguno de estos genes opera normalmente.
Síndrome de fragilidad del cromosoma X: provoca importante retraso mental y se genera por repeticiones de un triplete de nucleótidos, originando una zona de inestabilidad en el cromosoma, que tiende a romperse. El cromosoma X es sexual; la mutación en los varones, se hereda solo de la madre y en las mujeres: uno de cada progenitor.
Hemofilia: También ligada al cromosoma X. Puede afectar a ambos sexos, pero es menos probable en una mujer, ya que para que esto ocurra debe tener una madre portadora y un padre enfermo. Consiste en la incapacidad de la sangre para coagularse, provocando hemorragias internas y externas debido a la deficiencia total o parcial de una proteína coagulante denominada globulina antihemofílica (factor de coagulación).
Síndrome de Down: consecuencia de la presencia de un tercer cromosoma 21, extra (trisomía 21), o de parte de él, en las células del organismo humano.
También hay dolencias debidas a fallas en el genoma mitocondrial: pequeño y altamente mutable. Afectan el óvulo, provienen solo de la madre; así, tanto varones como mujeres tienen los mismos riesgos ante esta mutación. Asimismo, existen otros tipos de mutaciones, en los que se pierden grandes segmentos de ADN o ‘saltan‘ a otros lugares y se introducen en secuencias codificantes, en el peor de los casos.
Todos los libros de la biblioteca genética están expuestos a mutaciones. Caso aparte es el cáncer. Las células se transforman en cancerosas cuando, por errores en su ADN, reaccionan incontroladamente. Los cambios provocados de manera lenta y progresiva, por ejemplo, por agentes como el tabaco o la radiación solar, modifican el ADN de las células; por lo que se considera una enfermedad genética.
Las células cancerosas derivan de un caos en la biblioteca. Acumulan mutaciones (cambios de libros, de estanterías, inserción de frases, etc.) preferentemente en los libros relacionados con la comunicación entre las células o los procesos que involucran vías de recepción de señales y cambios en la expresión génica dentro de la célula.
Estos cambios hacen que las células cancerosas adquieran ‘superpoderes‘ que les permiten hacer lo que otras células no pueden: crecen indefinidamente, aun en ausencia de señales de crecimiento o ante las que indiquen ‘terminación‘; estimulan el crecimiento de vasos sanguíneos alrededor de ellas, e invaden tejidos aledaños.
Llegados aquí, se puede decir que, en general, las mutaciones mas que bien, pueden hacer mucho daño a las especies. En próximos artículos veremos el caso específico de ‘las bonanzas‘ de la anemia falciforme, producida por una mutación de un gen de la hemoglobina, considerado como ejemplo de ‘ventaja mutativa‘ para las especies.
También veremos cómo las mutaciones son consecuencia de la pérdida de información genética que afecta al hombre, debido al pecado original, por desobediencia al Creador: el cuento de ‘la Caperucita‘ que pocos creen, y del que se ríen quienes plantean que descendemos de ‘algo que pasaba por ahí‘, en tiempos más lejanos que el propio tiempo.
**********
Debe estar conectado para enviar un comentario.