Hace unos días, una hermana me exhortó a visitar la página de Paleofreak, así que me pasé por allí, leí un poco de lo expuesto, y dejé un comentario en el artículo: ‘Los primeros monos tenían poco cerebro’. De inmediato saltó la alarma entre los contertulios y varios de ellos comenzaron a dejar sus opiniones despectivas, sin debatir, sin intentar ni siquiera desmontar mis argumentos. Algo imprescindible si se desea demostrar que no se tiene la razón… y muy fácil de lograr si se está en posesión de esta.
Mencioné lo frágil y malintencionado que había resultado el estudio en el que se fundamentaron para decir que humanos y chimpancés son genéticamente homólogos en un 98%, y uno de ellos me acusó de hablar según datos históricos, de la década del 80, remitiéndome al siguiente artículo:
‘Initial sequence of the chimpanzee genome and comparison with the human genome. The Chimpanzee Sequencing and Analysis Consortium. Nature 2005.’
De modo que, aunque ya había leido sobre él [motivó mi número 97- ‘EVOLUCIÓN HERMANA HUMANOS Y MONOS: DISTORSIONA LA VERDAD’], volví a estudiarlo… aunque esta vez más a fondo, por si me había dejado algo atrás. Luego expuse mis comentarios y los dejé en el citado blog.
Hoy he entrado, para ver que respuestas podía tener… y vi que lo habían borrado. Una nueva manifestación de la ‘verdadera ciencia evolucionista’: la censura de todo aquello ante lo que no se tiene respuestas neutralizantes.
De modo que le dejé un comentario, diciéndole que, ya que no podía debatir con él, lo intentaría en mi propio blog, donde recibo la visita de otros defensores evolutivos que quizás estén más preparados, y sean capaces de presentar otra perspectiva que haga más creíble el trabajo aparecido en Nature; ese que cuenta que el estudio evolutivo que pretendió establecer la homología genética humano-chimpancé, sitúa a nuestros ancestros trepando por las ramas… entendiéndolo así, literalmente.
Desde el principio me llamó la atención un párrafo, que aparece en negrita, justo debajo del listado de organismos investigadores involucrados en ese proyecto:
«In particular, we find that the patterns of evolution in human and chimpanzee protein-coding genes are highly correlated and dominated by the fixation of neutral and slightly deleterious alleles. We also use the chimpanzee genome as an outgroup to investigate human population genetics and identify signatures of selective sweeps in recent human evolution.»
Es decir, tal como les planteé al principio, se basaron en los exones, la parte del genoma que codifica para proteínas, y que representa un 5% del total del ADN; algo lógico, si se tiene en cuenta que lo que se dominaba en esos momentos, era que el 95% restante, se consideraba como un ‘resto’ sin influencia genética, al que se le había llamado: ‘basura evolutiva’.
Ahora bien, circuncribiéndonos a ese ADN ‘codificante’, si consideramos que el ADN humano contiene 3 mil millones de pares de bases [6000′ 000 000 de bases nitrogenadas], tenemos que ese 5% implica a unas 300 millones de bases; recordemos esto.
Por otra parte, en el párrafo encabezado por: ‘Genome sequencing and assembly’, dice que secuenciaron el genoma de un chimpancé macho nacido en cautividad… etc. Analizaron el 94% del genoma del chimpancé, y de este, extrajeron el 98% de las secuencias de bases de mayor calidad. Literalmente concluyen:
‘A total of 50% of the sequence (N50) is contained in contigs of length greater than 15.7 kilobases (kb) and supercontigs of length greater than 8.6 megabases (Mb).’
Es decir, usan para la comparación, [mediante técnica de splicing o ‘corte y empalme’] regiones de empalme mínimo, constituídas por 15, 700 bases, y máximas de 8.6 000 000 bases… del 5% que se considera codificante. Y vuelvo a recordarles que hablamos de un genoma que, si se pretende comparar al humano, está evaluado en unas 6000′ 000 000 [seis mil millones de bases], cuyo 5% representa: 300 000 000 [trescientos millones de bases].
Dicho de otra forma, con un poco de cálculo elemental, en realidad usaron regiones del genoma que van desde el 0.00026%, al 0.14% de su total. Y si lo analizamos con respecto al ADN que se considera codificante, tenemos que la cifra va desde el 0.0052% al 2.86% [fracciones correspondientes a otra fracción que representa el 5% del total del genoma.]
Luego, más abajo, en el párrafo correspondiente a ‘Nucleotide divergence’, encontramos:
‘Best reciprocal nucleotide-level alignments of the chimpanzee and human genomes cover 2.4 gigabases (Gb) of high-quality sequence, including 89 Mb from chromosome X and 7.5 Mb from chromosome Y.’
Es decir, al establecer la comparación, ven la mayor homología en un sector de 2.4’000 000 [2.4 millones de secuencias de bases], en los que se incluyen 89 000 bases del cromosoma X, y 7,500 bases del cromosoma Y.
Pero la Ciencia ha puesto en nuestras manos una poderosa herramienta de comprobación: la reciente publicación, en la revista ‘GENOME RESEARCH’, de la cartografía detallada del cromosoma X, al que se asocian importantes enfermedades cromosómicas y hereditarias, debidas a las mutaciones que los defensores evolucionistas definen como ‘favorables para la mejora genética de las poblaciones’.
Los científicos de la Facultad De Medicina de la Universidad ‘George Washington’, ubicada en San Louis, localizaron 2.100 marcadores en el cromosoma X, y determinaron que es uno de los más largos, con 160 millones de pares de bases [320 000 000 de bases]. Por otra parte, se sabe que el cromosoma Y contiene más de 200 genes y unos 50 millones de pares de bases 100 000 000 de bases]. No quiero dejar de aclarar que las mutaciones de este cromosoma tampoco son buenas para una hipotética evolución, ya que producen múltiples enfermedades, tales como la azospermia y la disgenesia gonadal.
De donde se deduce que, en el proyecto hombre-chimpancé, del cual dicen que se tomaron secuencias al azar, se puede observar que:
– Para decidir dónde vieron mayor homología, se circunscribieron solo al 0.04% de los datos que aparecen inscritos en la hebra del genoma.
– Compararon solo el 0.28% de toda la información contenida en el cromosoma X.
– Compararon solo el o.o15% de toda la información contenida en el cromosoma Y.
Por último, quiero comentar sobre otra parte del trabajo hombre-chimpancé: el punto ‘divergencia’ de los dinucleótidos Cpg. Quiero puntualizar que esto se conoce en genética como ‘metilación del ADN’, un proceso biológico, contextuado en el ADN, que ayuda en general a la estabilidad de las células. Se ha comprobado en laboratorios, que las células a las que se quita experimentalmente las «DNA metiltransferasas» (encargadas de la metilación) degeneran y tienen más mutaciones, provocando distintos tipos de cáncer.
Estos dinucleótidos Cpg no se encuentran por todo el genoma, sino al principio de los trozos que codifican genes [las zonas ‘promotoras’, que deducen si un gen va a ser leido por la maquinaria celular para convertirse en proteína].
Algo de mucha actualidad investigativa, debido a su influencia como ‘reguladores’ ante distintos tipos de cáncer, así como de gran peligrosidad, pues los fallos de la metilación se heredan, a modo de ‘mutación’: si uno de los progenitores tienen mal metilada una zona determinada del ADN, su descendencia también la tendrá metilada… y falla el sistema regulador ante esta dolencia que mata a millones de personas en el mundo, cada día. Obviamente, nada bueno para una mejora genética, sino causa de su empeoramiento y decadencia.
En ese párrafo se expresa:
‘By correcting for the estimated coalescence times in the human and chimpanzee populations (see Supplementary Information ‘Genome evolution’), we estimate that polymorphism accounts for 14–22% of the observed divergence rate and thus that the fixed divergence is 1.06% or less.’
Es decir, les resultó evidente esta alta tasa de divergencia, y se acudió a dar una explicación capaz de minimizar ¡hasta el 1.06% o menos!, lo que sus propios ojos habían detectado antes. Sus propias pruebas sobre la Metilación del ADN en ambas especies, mostraron una divergencia sustancial elevada, entorno al 14-22% por base, que representaban el 25,2% de todas las sustituciones, mientras que constituían sólo el 2,1% de todas las bases alineadas. Ante esta situación comprometedora, acudieron entonces a plantear que la divergencia en los sitios CPG fue debida a la ‘pérdida de ancestrales CpGs’ y la ‘creación de nuevas CpGs’.
O sea, intentan defenderse de una evidencia que señala en contra de la teoría, lanzando al aire otra teoría. No aprenden los muchachos; siempre el afán de ‘demostrar’ todo teorizando, ya que les resulta imposible lograrlo desde las pruebas de laboratorio, esas, las científicas de las que tanto hablan.
Más abajo, en la gráfica 2 del artículo de Nature, se puede apreciar esta divergencia, en este caso en el cromosoma 1; les exhorto a que la visiten y lo vean con sus propios ojos.
En resumen, la evidencia de homología entre monos y humanos que se propugna, se hace desde la comparación de:
– Regiones del genoma que van desde el 0.00026%, al 0.14% del total.
– Regiones que van desde el 0.0052% al 2.86% del 5% del genoma: el ADN codificante.
– Para decidir dónde vieron mayor homología, se circunscribieron solo al 0.04% de los datos que aparecen inscritos en toda la hebra del genoma.
– Compararon solo el 0.28% de toda la información contenida en el cromosoma X.
– Compararon solo el 0.015% de toda la información contenida en el cromosoma Y
-Redujeron la evidente divergencia en la importante ‘metilación’ [14-22%] observada durante su trabajo, a un 1.06%, mediante un anexo explicativo de un ‘por qué’ que niega los propios resultados del trabajo. Borran y alteran todo aquello que les refuta, y se abrazan a toda teorización que les dé el imperioso apoyo… aunque solo hayan comparado menos del 1% del total de la información real que aparece inscrita y codificada en la molécula de las dos hélices de las dos especies implicadas.
Para sus conclusiones, se dejaron por el camino, más del 99% de la información genética que aparece en las células. ¿Puede considerarse esta investigación como suficiente para lanzar una proclama de hermandad genética por homología, persona-chimpancé? ¡Obviamente no! Y sé que todo aquel que lea sin el prejuicio característico de los seguidores de Darwin, coincidirán en que estamos ante otra nueva función de circo.
Trabajé durante 10 años en un centro científico; participé en los últimos 5 como apoyo electrónico a distintos temas de investigación, como el miembro profesionalmente más humilde, de un equipo multidisciplinario. Estuve codo a codo con ellos, físicos nucleares, radioquímicos, matemáticos… comparando distintas muestras en analizadores multicanales, radiándolas con diferentes isótopos y apantallándolas con distintos tipos de materiales, exigiéndome circuitos puntuales en los preamplificadores, que redujeran el error al mínimo, incluso en los indeseables y obligados efectos microfónicos. Escuché los distintos puntos de vista entre ellos, analizando el celo de sus planteamientos y su seriedad a la hora de dar conclusiones…
Y les aseguro que jamás elaboraron teorías, implicando tanta ausencia de información como lo han hecho en este trabajo. Personalmente, aquí veo intencionalidad. No se descubrió nada, sino se partió desde el principio de la investigación, en busca de pruebas dirigidas, que garantizaran la flotabilidad de la teoría evolutiva, a como fuera… y eso, señores, no puede llamarse ciencia, sino ‘fraude inductivo’, para guiar a los profanos hacia el pensamiento: ¡Oh, lo ha dicho la Ciencia; debe ser cierto!
Pues escuchen bien: ¡No lo ha dicho la Ciencia! ¡Es una tergiversación manipulada por unos desaprensivos que lo que menos les interesa es la Verdad! Solo lo hicieron por vanidad, para buscar notoriedad a como fuera, tergiversando en todas las direcciones. Pero ocurre que, como resulta conveniente al alto núcleo de defensores de Darwin y sus sueños, porque puede representar un apoyo económico importante en sueldos y subvenciones, prefieren darle el visto bueno, el apoyo moral… y por supuesto, ese aplauso que dice más o menos:
¡Qué bien lo hemos hecho! ¡Hemos vuelto a engañarles y llevarles a donde queremos!
¡Pobre sociedad! ¡Qué ceguera espiritual tan bien aprovechada por los enemigos de Dios!
«Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y pierde su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles.» [Mar 8:36-38]
**********
Debe estar conectado para enviar un comentario.