Durante su apostolado, Jesús validó las Escrituras con su enseñanza; desde Génesis hasta los profetas fue fiel con ese sistema edificante de apóstoles, y de quienes le escuchaban. Si permitimos que prospere la conjetura evolucionista del inicio biológico de toda la humanidad, a partir de un casuístico ente unicelular amebiano sin diseño, que luego se convirtió en el anticientífico homínido incapaz de multiplicarse por híbrido, fallamos a Cristo, que citó a Adán y Eva como inicio humano en Mateo 19:4, y en Marcos 10:6.
Además, hacemos ‘homínido’ al mismo Dios, que dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen; conforme a nuestra semejanza” [Gen 1:26]. Igualmente, si admitimos la conjetura geológica de una Tierra de miles de millones de años, sin combatirla, también traicionamos al Señor por falta de fe en la historia revelada a Moisés [Creación en seis días], con una cronología bíblica que no alcanza los 7000 años.
Para que no se tergiverse la Verdad, debemos saber usar la Ciencia que demuestra la ineptitud de la datación, y la imposibilidad del mundo híbrido que propugna el antiCristo por medio de hombres. Es deber cristiano defender al Génesis; nuestro Dios repudia mentira y tibiesa, y Su Palabra es fiable al 100%. Si el Génesis se trasmite dudoso en un solo versículo, la persona que presta sus oídos a la prédica del evangelista, dudará de la Biblia entera, los más de 60 libros, porque ¿cómo sabrá a partir de cuándo comienza a ser cierta?
No se niegan errores de traducción; pero eso no altera la esencia. Por ejemplo, el original Bereshit judío, con el que instruía el Señor Jesús, dice en 2:17: «…pero del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, no comerás; pues el día que de él comas, muriendo, morirás.». Y esa última expresión es distinta a la traducción al Génesis griego “… mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”
El error al traducir es obvio. Pero se debió a la mala praxis reiterativa de la falsa teología: intentar analizar lo divino, con el limitado conocimiento humano. Si se fuera más fiel a Jesús, instruyendo exactamente como lega la Biblia [la única teología válida], no estarían sembrando en el indulgente campo de error teólogo, alimentando vanidad, con la constante predisposición a plegarse ante gloria de hombres, para que así el mundo no les condene al ostracismo.
El ‘muriendo, morirás‘, no les decía nada a los traductores de antaño; era incompatible con lo que se conocía en aquel entonces. Lo vieron como un ‘sin sentido‘ de Dios, y escribieron lo que quisieron. Pero, tal cual dijo Einstein: «Dios no juega a los dados«, no hay ‘sin sentidos‘ en Él. Solo tenían que haber sido leales, repitiendo lo mismo que se les trasmitía… hasta que el conocimiento humano estuviera a la altura de la comprensión, pues en el siglo XX, el hallazgo del ADN, nos puso en condiciones de entender ese ‘muriendo morirás‘ dicho por el Creador en los inicios de la humanidad: morimos a medida que las mutaciones matan nuestro genoma individual.
Algo similar se ve en el libro de Salmos. Su numeración sucesiva fue distinta en hebreo (TM) y en la versión griega de los Setenta (LXX): se alteró en uno hasta el 146; y luego volvió a alterarse para intentar fidelidad en los salmos finales; como el soldado que cambia el paso para que su error pase desapercibido. Pero aun así, se puede apreciar de nuevo la alegoría al ADN, en el enigmático salmo 139: 15-16:
No fue encubierto de ti mi cuerpo,
Bien que en oculto fui formado,
Y entretejido en lo más profundo de la tierra.
Mi embrión vieron tus ojos,
Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
Que fueron luego formadas,
Sin faltar una de ellas.
También el periodismo da crónicas divergentes en cuanto a muertos, ante catástrofe natural, e incluso respecto al lugar del hecho, sin que el error altere en sustancia la noticia: el hecho en sí mismo.
Así que el Bereshit judío, que Jesús usaba para instruir a todos, sirve para sentar pautas; si negamos eso, negamos a Cristo, que avaló lo escrito por Moisés, bajo mandato del Señor, en ese primer libro [Posterior Génesis griego]:
1:1 “En el comienzo de la creación de Dios del cielo y la tierra, 2 cuando la tierra estaba informe y vacía, con oscuridad sobre la superficie del abismo, y la Presencia Divina flotaba sobre la superficie de las aguas…”
Analicemos esos primeros versículos, pues constituyen el fundamento: “El comienzo de la Creación indica un punto ‘0’, pues no hay nada antes de un comienzo. Explica de forma general lo que ocurrió en los inicios de la Creación. Así, los que dicen que Dios se valió de la Evolución para hacer su obra, señalando un hipotético ‘tiempo eónico‘ anterior, tergiversan la propia Palabra del Creador.
En el inicio reinaba la oscuridad en la nueva dimensión física que hoy habitamos; pero así como Dios es luz en su dimensión espiritual y angélica, así extrapoló su luz a este nuevo espacio tangible y paralelo al intangible. Ambos reales, aunque diferentes, destacan una verdad: la oscuridad no prevalece sobre la luz, sino al contrario, solo existe en su ausencia, pues la luz la rompe.
Es decir: primero fueron las sombras, y luego fue la luz:
3 dijo Dios: «Que haya luz», y hubo luz. 4 Dios vio que la luz era buena, y Dios separó la luz de la oscuridad. 5 Dios llamó a la luz «Día» y a la oscuridad la llamó «Noche». Y fue de tarde, y fue de mañana, un día.
Está claro: primero la noche; luego el día. ¡Ese fue el principio de la Creación! Por eso, Bereshit 1:17-18 dice respecto a las estrellas:
“Dios puso las luces en la bóveda celeste para alumbrar la tierra de día y de noche, y para separar la luz de la oscuridad; y vio que todo estaba bien.»
Luk 1:78-79 hace una alegoría con el nacimiento de Cristo:
“Porque nuestro Dios, en su gran misericordia, nos trae de lo alto el sol de un nuevo día, para dar luz a los que viven en la más profunda oscuridad, y dirigir nuestros pasos por el camino de la paz.»
Y es el libro de Isaías uno de los primeros en asociar las tinieblas al campo del maligno y sus huestes. Podemos ver, por ej., en Isa 5:20:
¡Ay de quienes a lo malo llaman bueno, y a lo bueno malo; que hacen tinieblas de la luz, y de la luz, tinieblas; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!
E instruye definitivamente sobre ello, respecto a la promesa de Dios, en Isa 58:10:
«… si te das a ti mismo en servicio del hambriento, si ayudas al afligido en su necesidad, tu luz brillará en la oscuridad, y tus sombras se convertirán en luz de mediodía.»
Casi ocho siglos después, el espíritu de Jesús se le apareció a Saulo, en medio de la luz fulgurante que le cegó, diciéndole:
«Te mando a ellos para que les abras los ojos y no caminen más en la oscuridad, sino en la luz; para que no sigan bajo el poder de satanás, sino que sigan a Dios; y para que crean en mí y reciban así el perdón de los pecados y una herencia en el pueblo santo de Dios.’ [Hch 26:18]
Ratificándose varias veces en la misma instrucción; por ejemplo:
«La noche está muy avanzada, y se acerca el día; por eso, dejemos de hacer las cosas propias de la oscuridad y revistámonos de luz, como un soldado se reviste de su armadura.” [Rom 13:12]
«Pero ustedes, hermanos, no están en la oscuridad, para que el día del regreso del Señor los sorprenda como un ladrón. Todos ustedes son de la luz y del día. No somos de la noche ni de la oscuridad…» [1ª Tes 5:4-5]
Y es que, aunque la luz rompe a las tinieblas [y estas jamás pueden romper la luz], como buenas aprovechadas dominan en cuanto la luz se retira; por eso debemos estar alertas. La Creación comenzó con oscuridad; luego vino la luz, evidenciando que la luz siempre predominará sobre la lobreguez, que solo puede existir si la luz se aparta. El mundo empezó con tinieblas, mas con luz terminará:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.” [Apo 22:16]
O sea irradiará a sus fieles como sol en su aurora, quemando la paja: los adictos a tinieblas… los verdaderos muertos de la Creación de Dios:
Despiértate, tú que duermes;
levántate de entre los muertos,
y te iluminará Cristo. [Efe 5:14]
Doy testimonio de que es absolutamente cierto: si el pecado lastra tu conciencia como losa, entrega tu arrepentimiento a Jesús; tendrás la luz de Cristo… pero luego sé fiel, porque sin santidad nadie verá jamás su rostro. Mucho menos después de haber sido perdonado.
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