En cuanto surge noticia sobre sectas o prácticas satánicas, todo medio de comunicación hace eco de ello; algo muy positivo, pues es deber de todo comunicador responsable denunciar cada riesgo de peligro social. Dicha situación se ha dado en la capital española, pero la prensa no ve el verdadero conflicto.
El pasado 24 de febrero/2010, en la catedral del antiCristo, en Madrid, el Pleno del Senado dio luz verde al proyecto de Ley de Reproducción Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Pese al marcaje de la razón, el equipo satánico logró meter su gol transitorio con la vía libre al crimen del Aborto, y asentó nueva página en el ya extenso libro de planes contra Dios, contenidos en la biblioteca del ateísmo.
Los vetos de PP y UPN obtenían 134 votos en contra, 126 a favor y dos abstenciones (Coalición Canaria), mientras que el impulsado por Unió (UDC-CDC) era rechazado por 132 votos en contra, 128 a favor y dos abstenciones.
La Cámara no rectificó los puntos de discrepancia aportados por la oposición, se aprobó el texto original, y fue innecesaria su vuelta al Congreso de los Diputados. No prosperaron los vetos, y se rechazaron 88 enmiendas parciales de varios grupos. O sea, la alianza comunista fiesteó: el proyecto de ley ultimó trámite parlamentario y será publicado sin modificación alguna en el Boletín Oficial del Estado (BOE). Cuatro meses después entrará en vigor.
Nadie se engañe: quien cree en Jesús y en el Padre de la Creación, no apoya homicidios; y quien por conveniencia intente sojuzgar la Ley que señorea sobre toda legislación humana, no saldrá indemne de ello.
El escollo cardinal del texto aprobado, fue el referido al aborto de las menores [16 años], que al final podrán decidir interrumpir su embarazo, aunque deban informar al menos a uno de los padres o tutores. La vaguedad legal está en que se les permite no decir nada, si alegan ‘fundadamente’ que ello les causará «conflicto grave manifestado o peligro cierto de violencia intrafamiliar, amenazas, coacciones, malos tratos, o se produzca situación de desarraigo o desamparo«. Es evidente la imprecisión de esta solución, ‘compuesta’ para tener a todos ‘contentos’, ya que, ¿quién tendrá capacidad de decisión sobre si la alegación de la menor es ‘fundada’?
Obviamente, la patata ha caído en las manos del abortista [me niego a llamarle médico, pues sería un insulto a profesión tan digna], dando vía libre al asesinato, ya que no queda claro hasta dónde ni con qué razones estos deben y pueden decidir. O sea, se crean trabas de interpretación y aplicaciones varias de la ley… según resulten o no, convenientes.
De modo que el fallo político otorgó cetro a su majestad el impudor. Sus ‘señorías’ [¡algunos de ellos católicos confesos!], fariseos de hoy, le hicieron paseíllo al satanismo uterino; como el caso de un alto cargo del Gobierno, ese día en la cúspide presidencial de la cámara del debate.
Los votantes del ‘SÍ, QUIERO’, eligieron vivir de espaldas a la senda que guía a la gloria eterna del matrimonio con Dios; se lanzaron por la sinuosa autopista que impele hacia el baldón de adulterio demoníaco. ¡Todo por poder! Dádiva de fuego, nacida en las calderas del abismo, por la que luego se habrá de pagar un alto precio, sin cálculo.
Fue un éxito de gestión para los enemigos de Cristo, pese a que casi un 50% [48] se negó a apoyar el totalitarismo del estado sobre la patria potestad. Los emisores de cuanta ley antiCristo pueda manar desde la ingobernabilidad, solo pudieron salirse con la suya mediante migajas a los grupos de izquierda que les apuntalaron.
Para los infieles a Jesús, todo es válido en política [incluso la social], si al final se logra mantener un status de poder sobre el resto… lo único importante para quien pueda dormir tranquilo por las noches, luego de pactar con el príncipe de las brumas.
El Diccionario RAE marca la palabra ‘abortivo’ como lo que frustra un embarazo, expulsando al feto antes de tiempo. [kairos fijado por Dios]. El aborto deliberado, intencionalmente dulcificado como ‘Interrupción Voluntaria del Embarazo’, en realidad detiene un proceso biológico iniciado según el programa que el Creador fundó con la genética: la regulación ‘programada’ del desarrollo del nuevo ser. Desde el instante en que el espermatozoide fecunda al óvulo, se crea una nueva y exclusiva identidad, un nuevo individuo, con un ADN humano único que le identificará toda su vida.
Y aunque se intente alterar el sentido de la palabra, nuestro diccionario [laico], siempre pondrá las cosas en su sitio, catalogando en todas sus acepciones a lo abortado como un hecho o situación que acaba mal, con expresiones como: ‘el plan ha resultado en un aborto’ o ‘la película de ayer fue un abortivo’. ‘Aborto’, nunca se hermana con lo agradable o positivo, sino con todo lo contrario.
Pero, veamos las Escrituras: ¿se cita en algún momento, asociándola a un ejercicio que hará que vayan bien las cosas al ser humano? Presento dos versículos que tratan ese tema; y en ambos figura vinculado al mal, no al bien. En el primero, hablando de los violentos, de los que obran con maldad:
“Pasen ellos como el caracol que se deslíe; como el abortivo de mujer, no vean el sol.” [Salmos 58:8]
En el segundo, se plantea como efecto de malos actos; una punición debida a las actitudes negativas de quienes violen el compromiso ante Dios:
“Si el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que el abortivo es mejor que él.” [Eclesiastés 6:3]
O sea, según el diccionario RAE, no hay ni una sola definición relacionada con la palabra aborto, que indique su uso asociado o referido a la alegría y la felicidad. Y por otra parte, las Sagradas Escrituras, muestran más de lo mismo: siempre aparece coligada al error, la mala praxis y a lo fallido.
En la vida real, salvo puntual excepción, se aborta por ego, no por humanidad; decir lo contrario es negar la verdad. Y esa condena al exilio en el ‘nunca jamás’, siempre acaba en frustración para la madre; aunque en un primer instante parezca solución al ‘problema‘, la parte del subconsciente donde interviene el espíritu, se lo recriminará a lo largo de su vida como un error, una falta ante el Juez que pedirá a todos las cuentas por nuestros actos.
Nuestro Señor Jesucristo, padeció sin pecado; con su crucifixión mostró que el camino hacia la eternidad pasa por la entereza, y que el dolor es condimento del perdón. Asimismo ocurrió con sus apóstoles y seguidores iniciales. ¿Por qué pensar que el ser humano quedará exento de su carga? Les aseguro que no solo los líderes políticos, sino hasta los reyes la tendrán, a su debido tiempo.
Jesús no es un mito ni una fábula, sino personaje real, testimoniado no solo por quienes convivieron con Él durante tres años, sino por sus propios enemigos judíos que dejaron legado escrito en su ‘Talmud’ [Sanh 43 a; Sanh. 107; Sota 47b; J. Hag. II;…]; así como por distintos cronistas del siglo I: Flavio Josefo, Tácito, Suetonio, el Príncipe de Bitinia… que le describen como el personaje real que fue, por mucho que pese a ‘muchos’. Y volverá con cetro y toga.
Pero volvamos al tema que nos ocupa. Lo que se ha firmado es vergonzoso; se ha pactado el derecho a matar al inocente, cuando lo que se defiende en los órganos de justicia de los países más adelantados en el tema de derechos humanos, es el propio derecho a la vida.
El actual gobierno de España, que exhibe como evidencia ‘progre’ su loa a la ignominiosa bandera gay, y a la inmoralidad sexual penada por Cristo, anula la pena de muerte sobre asesinos y pederastas, apelando al derecho a la vida. Luego, en el colmo de la permisividad y desidia, les saca de la cárcel por ‘buen comportamiento’, para que repitan daño sobre la sociedad. En cambio, llenos de entusiasmo y brindis, intercambian palmaditas y promesas políticas, mientras firman sentencia contra ese mismo derecho a la vida, de quien aun no ha tenido tiempo siquiera para violar su primera ley.
Los enemigos de Dios han logrado consenso para impedir la vida del concebido; o sea, se le condena ‘por no ser culpable’. Y en ausencia de evidencias, la mayoría de las veces solo fundados en el confort de la conveniencia egoísta de la madre, no necesitarán pruebas que justifiquen la medida vergonzosa y vil.
El virus de la degradación moral halla excelente caldo de cultivo en la Iberia marxista; la promulgación de la ley del aborto ha sido el colofón a la ofensiva antiCristo lanzada sobre el subconsciente humano: matrimonio homosexual, píldora del día después [facilitando deslices y promiscuidad], divorcios express, corrupción de menores en las aulas, ley para la eutanasia…
La demagogia del actual gobierno materialista, [y contertulios], intentando dirigir veladas frases en dirección a una mejor vida social, en realidad fomenta y propugna la decadencia moral con sus decretos. Facilita vía libre a expresiones de conducta que se comportan como verdaderas bombas bajo la línea de flotación de los principios humanos instruidos por Jesús de Nazaret.
La ley del aborto es en sí misma un abortivo a la esperanza, pues niega la vida a seres que quizás podrían aportar mucho más a la sociedad que otros semejantes que han nacido solo para ocasionar dolor, violencia y muerte. La historia recoge muchos casos que serán tratados en un siguiente artículo.
Si ha habido vencedor en este debate, les aseguro que no ha sido humano; satanás ha sabido mover adecuadamente los hilos de sus marionetas, obteniendo el resultado que persigue desde el principio de los tiempos, a través del engaño, la astucia y la tergiversación manipuladora. Lo triste es que sus propios prosélitos del momento, conocedores o no, han sido afectados con causa abierta ante el tribunal invisible. ¡Dios les dé ocasión de arrepentimiento!
Quizás por conocimiento de estas situaciones, nuestro Señor nos advierte su preocupación en Lucas 18:7-8:
“¿Y no cobrará Dios venganza por sus escogidos, que claman a Él día y noche, aunque sea longánimo para con ellos? Os digo que pronto cobrará venganza por ellos. Pero cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?”
Los servidores del antiCristo continuarán haciendo lo que tienen que hacer, pues es ineludible que se cumplan las Escrituras; pero también es preciso que haya un grupo humano oponiéndose con valentía, alertando sobre el peligro de ir contra el Juez, fieles al compromiso con el Jesucristo que fue, es, y será Rey por siempre. El Emperador definitivo, llegado el momento establecido por Dios para dar consumación a sus propósitos de Justicia concluyentemente Eterna.
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