ESPÍRITU, ALMA, MENTE: INEXPLICABLES DESDE EL DARWINISMO

febrero 3, 2009

«Y el Eterno Jahvé formó al hombre de polvo de la tierra y le exhaló en sus fosas nasales el alma de vida; y el hombre se transformó en un ser vivo.»[Bereshit 2:7]

Durante estos días he estado comentando sobre lo que nos distingue total y absolutamente del resto de especies, y que tanto aturde a teóricos evolutivos: la conciencia humana. Hoy tocaré el tema desde otra perspectiva: la excelente relación entre el pro evolutivo Popper y el creacionista Eccles: quijotes del interaccionismo cerebro-mente, aunque discreparan sobre el origen-fin de la mente o alma.

Sin embargo, antes quiero contar otra anécdota personal sobre la relación mente-espíritu. Cierto día, me visitó, muy angustiada, una prima pediatra, jamás caracterizada por creencia religiosa de ningún tipo. A su padre se le había detectado un tumor en la próstata; le había examinado su viejo profesor de Urología, estimado una eminencia a nivel académico y profesional, y este había determinado que presentaba un estado muy avanzado que desaconsejaba cirugía, sugiriendo aceptación ante lo que parecía inevitable.

Aunque nunca hablamos del tema, ella había estado al corriente de mi ‘dolencia‘ de años antes, [relatada en el artículo anterior] y no resuelta a nivel clínico, sino gracias al ‘poder‘ de otra dimensión. Yo no tenía la fe de hoy; y por alguna razón, el Señor permitió que experimentara las tremendas e insondables vivencias que viví entonces… En fin, el caso es que resolví llevar a mi tío a la ‘consulta‘ de una espiritista que ya había dado pruebas reales y convincentes.

Una vez presentados, nos sentamos en un pequeño cuarto, y la mujer empezó a fumar un tabaco, con sus ojos entrecerrados, durante un minuto más o menos. De pronto, saludó como si acabara de llegar, no con la voz que nos recibió, sino en el español característico de los negros esclavos de antaño.

Comenzó a describir al detalle la casa de mi tío, su trabajo, familia, posición económica… mientras yo la oía pasmado, pues, aunque mi agnóstico pariente pensaría que habría informado a la mujer sobre lo que comentaba, yo sabía que eso no había sucedido; agregando el que vivía en otra provincia y era la primera vez que se veían.

No obstante, como no hablaba sobre lo principal, la interrumpí, y le pregunté si sabía a qué habíamos ido allí. La mujer miró a mi tío, sonrió, le dio otra calada al tabaco, y le dijo:

Tú ta tené uno problemia con tu protiatá; pero no ta preocupá. Yo ta decí pa ti

Ahí comenzó a indicarle lo que debía hacer para ‘curarse‘. No recuerdo con exactitud cada palabra, pero en líneas generales, le mandó cortar una mata de plátano, quitarle las hojas, y poner el tallo sobre una vasija, para que fuera destilando el agua contenida. Él debía beber de esa agua. Ha pasado más de 15 años desde entonces; mi memoria no retiene si le dio alguna otra indicación, pero el hecho es que mi familiar no solo no murió, sino que se reincorporó a una vida normal… hasta el día de hoy. Todo un misterio indescifrable.

Ya cuando nos íbamos, sentí curiosidad por todo lo que había presenciado y oído allí, así que le pregunté cómo ella podía saber esas cosas sobre alguien que no conocía.

Ta poné cuadro — dijo sin dudarlo.

Debí haber preguntado ‘¿quién le ponía esos cuadros?’, pero no lo hice, y hasta el día de hoy sigo con la duda. No obstante, para mí eso fue una evidencia de la existencia del espíritu, una prueba real, de que de algún modo el espíritu puede ‘ver‘ el pasado inscrito en el interior humano… y que de alguna forma este es grabado a lo largo de nuestra vida. Por supuesto, también demostró ser una entidad capaz de ‘acceder‘ a la información que llevamos dentro, y de saber incluso cosas que ignoramos sobre nosotros mismos.

Los muchos enigmas que viví en aquella época no han hallado aun una respuesta científica; y mientras más leo y estudio sobre los últimos avances, más me confirman estos que la Ciencia va demostrando la posibilidad de los hechos que yo viví experimentalmente, aunque tampoco les pueda dar respuesta.

Por ejemplo, el neurofisiólogo Sir John Eccles, Nobel en 1963 por su trabajo con el mecanismo iónico de excitación e inhibición de sinapsis cerebrales, contactó en 1944 con el filósofo Karl Popper, y ambos iniciaron una firme relación profesional, intentando llegar a algún tipo de conclusión con respecto a los fenómenos del subconsciente.

Durante los últimos doce años de su larga y activa carrera investigativa, Eccles trabajó en los EEUU como director del Laboratorio de Neurobiología [Facultad de Medicina, Universidad de Buffalo], por lo que sus conclusiones emanaban de la evidencia experimental, en contraste con la filosofía de salón de Popper. Pero el hecho es que juntos crearon el célebre libro ‘El Yo y su cerebro’ (Ed. Labor, Barcelona 1993), a favor del interaccionismo mente-cerebro.

Mas el camino recorrido por cada uno fue muy diferente. Sin acuerdo con respecto al origen de la mente consciente tampoco coincidieron en su destino. Popper asume origen evolutivo; Eccles no duda de una Creación. Referente al destino, Popper no se implica más allá de lo científico ni cree que el alma sobreviva al cuerpo. Eccles, en cambio, considera una mente o ‘alma‘ con un destino más allá del fin físico, y ve la vida biológica como ‘preparación‘ para una siguiente etapa.

Popper asocia la mente a un evento evolutivo que ‘de algún modo hace que brote‘ bajo acción del cerebro, y que luego se independiza, sin subordinarse a leyes físicas o químicas. Argumenta desde una base filosófica, sin una sola evidencia, y solo tomando como referencia las especulaciones de Darwin, en su ‘Evolución de las Especies‘.

El Dr. Eccles en tanto, se remite a efectos experimentales; pruebas científicas logradas por Kornhuber, descubridor del potencial eléctrico generado en la corteza cerebral, entre el acto consciente de la voluntad y la actividad motora resultante de la misma [generalmente, menos de un segundo]. Acude a lo comprobado: durante ese intervalo, se observa un furor de ondas en un área que agrupa las señales que ejecutarán la maniobra fijada; un tiempo medible, entre la decisión ‘voluntaria’ [el pensar la orden] y la acción física de respuesta.

Sin embargo, nadie sabe cómo la voluntad organiza la activación de impulsos neuronales. Y Eccles infiere que existe algún tipo de puente insustancial a través de la ‘interfaz‘, entre lo mental y lo físico. Aunque admite que aun no es posible dar explicación científica de la naturaleza de tal puente, ve en los experimentos de Kornhuber una evidencia objetiva de que la cadena de sucesos que van desde la voluntad, a la acción motora, no precisa estímulo cerebral, sino que los genera. Además, señala la capacidad de operar imágenes en la conciencia, aun cuando por causa genética se carece de masa encefálica.

Plantea el caso de un sujeto que movía los dedos de una mano, mientras se medían ondas cerebrales, moviendo los electrodos en el cuero cabelludo. Hubo 250 registros con distintos potenciales eléctricos, y se reveló que 0,8 segundos antes de cada movimiento físico del dedo, se registraba un potencial ‘de preparación‘… algo similar a lo que ocurre en una competición, en que el árbitro cuenta: ‘1, 2, ¡3!’, antes de un ejercicio deportivo. O sea, se manifiesta como ‘avisando‘ que la voluntad está a punto de actuar sobre el sistema motor.

Ya se habló en el capítulo anterior sobre los trabajos del Dr. Penfield. El Dr. Eccles, un seguidor suyo, quedó convencido de que la mente no era una consecuencia del cerebro, sino que en realidad se manifestaba experimentalmente como ‘espectadora y usuaria’, con capacidad para actuar y decidir determinadas operaciones en el cerebro, evidenciando que la mente lo manipula como ‘ama’, no portándose como su esclava.

Concluyó que la mente ‘sabe‘ donde está el fondo de la información, e integra lo que extrae de ese sitio para nosotros virtual, en una búsqueda activa y consciente. Puede elegir entre los datos que rastrea, y combinar la información que logra, integrándola en un todo revelador, rechazando de tal información aquello que no le interesa y reestructurándola a voluntad.

Este paso consciente, impuesto sobre el cerebro, asiste a su vez al sistema de circuitos y conexiones nerviosas. Por esa razón, el título que inicialmente se propuso como ‘El Yo y el cerebro‘, pasó a ser, de mutuo acuerdo, ‘El Yo y su cerebro‘, contemplando una masa encefálica utilizada con mucho propósito, por una mente programadora que activa y hace procesar, solo aquello que le interesa.

Así, Eccles no duda en afirmar que la mente es autónoma y controladora; incluso identifica la mente auto consciente con el alma. Rechaza el punto de vista de una mente espectadora, semejante a una pantalla de TV, sin control sobre el programa de TV, y lo presenta como un observador activo capaz de elegir programa, cambiar canales, e incluso intervenir en la programación.

No duda en propugnar que hay datos suficientes que indican la influencia activa de la mente sobre el sistema neuronal, buscando objetivos determinados, sin interesarle las operaciones de dendritas y axones, célula a célula; así como a un espectador de un partido de fútbol, no le interesa la actividad interna del TV, a través de sus circuitos, cables, circuitos integrados, etc.

Las operaciones internas de las células nerviosas individuales no son quienes facilitan información útil a la mente, sino el resultado de dichas operaciones: la lectura de salida inteligible y útil. Y esta se logra ‘a la carta‘; la mente la ordena e integra en un mensaje con significado. La ‘imagen’ procesada en el cerebro llega a ser imagen, solo porque la mente la instituye como tal. Pero la mente, pocas veces es un espectador, y solo por breves períodos; está totalmente implicada en cada pensamiento creativo, y en ocasiones de recuerdo deliberado.

Popper dice sobre esto, algo con lo que el Dr. Eccles está totalmente de acuerdo:

[Recuerdo equivale a ‘He logrado recordar‘]. De modo que solo en el momento en que esta actividad tiene éxito, el ‘yo mental’, es ‘espectador’. En cualquier otro caso está tenazmente y casi constantemente, activo.

Esto es exactamente lo que intenté expresar cuando, con una sensación de desesperanza, dije en Oxford en 1950 que creo en el espíritu dentro de la máquina. Es decir, creo que el ‘yo’, en un sentido actúa con el cerebro a la manera en que un pianista toca el piano o como un conductor manipula los controles de un automóvil.’

La mente, como ‘resultado‘ evolutivo, es una perspectiva biológicamente irracional. La auto conciencia ausente en animales, no impide su existencia y multiplicación; y solo el hombre es intelectualmente activo. ¿Solo una especie entre más de 10 millones, resultó beneficiada por ‘selección natural‘ y devino en ‘mejora evolutiva‘? ¿Qué decir entonces sobre formas de vida menores, sin auto conciencia, pero con capacidad de supervivencia mayor que la humana?

Y aun hay otro motivo que hace inverosímil la aparición evolutiva del subconsciente: si ninguna especie la ha manifestado antes… ¿de dónde evolucionó? El ser humano no tiene otra opción que reconocerla sin antecedentes biológicos, así que: ¿cómo se originó algo capaz de actuar sobre la materia, sin poder atribuírsele a sí mismo una expresión material?

Es obvio que si la mente puede actuar sobre el cerebro como fuerza autónoma, entonces la ‘voluntad‘ puede actuar sobre la materia, sin tener sus raíces en la materia sobre la que actúa. Y esto causa inquietantes posibilidades en la física; de hecho podría involucrar una verdadera transformación de conceptos. El Nobel de Física, Erwin Schrödinger, dijo sobre este tema:

Este impasse es un impasse. ¿Entonces, nosotros no somos actores de nuestros actos? Sin embargo nosotros nos sentimos responsables de ellos, somos castigados o alabados, según sea el caso; una horrible antinomia. Yo mantengo que no se puede resolver al nivel de la ciencia actual, aun inmersa en el ‘principio de exclusión’ [exclusión de toda fuerza ‘no física’]… Habrá que reformar la actitud científica. La ciencia se tiene que rehacer de nuevo

¡Un musical aplauso en ‘SI’ mayor sostenido, al Dr. Schrödinger, un científico con las neuronas en su sitio! Él escribió el libro:’¿What’s life?’. [¿Qué es la vida?]; el mismo que según las memorias de James Watson [DNA, The Secret of Life], le inspiró a investigar los genes, y le llevó al descubrimiento de la estructura de doble hélice del ADN… ¡Sin hablar para nada de evolución de especies! ¡Un físico instruyendo a los biólogos sobre la dirección que debe seguir la biología, si se quiere respetar al raciocinio!

El Dr. Eccles, casi al final del libro, comenta:

Yo quería resaltar esta preeminencia de la mente auto consciente porque ahora planteo estas preguntas: « ¿Qué es la mente auto consciente? ¿Cómo se acopla al cerebro en todas sus íntimas relaciones de dar y recibir? ¿Cómo llega a existir? Y, no solo cómo llega a existir, sino, ¿cuál es su suerte última cuando, a su tiempo, el cerebro se desintegra?
…Nuestro venir-al-ser es tan misterioso como nuestro dejar de-ser en la muerte. ¿Acaso no podemos abrigar esperanza, debido a que nuestra ignorancia acerca de nuestro origen concuerda con nuestra ignorancia acerca de nuestro destino? ¿No se puede vivir la vida como una retadora e insólita aventura con un significado aun por descubrir?
»

Pero la respuesta, al no provenir de este mundo, no podrá ser hallada en este mundo, por quienes son de este mundo. Solo los nacidos en el espíritu son capaces de comprender cuando leen:

«Porque Dios encerró a todos en incredulidad, para tener misericordia de todos. ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió el intento del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a Él primero, para que le sea pagado? Porque de Él, y por Él, y en Él, son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén.» [Rom 11:32-36]


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