¿CUÁL ES LA BUENA NOTICIA?

Hace unos días (y a cada momento lo hacen), me dejaron una propaganda sobre régimen de adelgazamiento, en el limpiaparabrisas del coche. Nadie duda que esa actividad se ha convertido en un negocio muy lucrativo; esta generación se ha volcado como nunca en el cuidado de su cuerpo y, cada día más, se dedica una parte importante de los ahorros en ser menos gordito/a, flaquito/a, muy exuberante… o menos, según sea el caso, etc.

La humanidad ha ido vaciando cada vez más su espiritualidad; esta ha ido menguando a favor de la ‘grosura mental’ que provoca el cáncer del espíritu, en incremento alarmante.

Se anhela gustar más; la envidia ajena por la presencia propia resulta una inyección de vanidad muy difícil de rechazar. Se acude al gimnasio y se hace sumisión a dietas rigurosas, en beneficio de una carne efímera, pues la belleza física se difumina en el tiempo y no constituye una garantía de felicidad ni de seguridad.

Un buen cuerpo siempre encontrará sustituto en otro… a veces no tan formidable, y mucho menos espectacular; luego, el sacrificio de la vanidad no todas las veces se ve correspondido por la fidelidad de la persona a la que se quiere impresionar, pues el ser humano siempre es deslumbrado por lo nuevo, y hay mucho de nuevo bajo el sol, esperando saciar el vacío existencial de los insaciables.

La juventud es carrera rápida; sin darnos cuenta, la piel tersa se vuelve porosa, se cubre de manchas, los primeros surcos delinean más contornos de los deseados… y los michelines ajenos, que provocaban comentarios sarcásticos, se presentan como justicieros, sin avisar, en el propio cuerpo. La carne corrompible acude sin falta a su cita con la corrupción; años antes o después, se marchita e inicia su acelerada carrera hacia su decadencia y postrer exterminio definitivo. Sin embargo, el espíritu que la sustenta (ese ignorado por muchos), que siempre está conectado con el Creador querámoslo o no, prevalece para siempre.

El mal de la carne busca su cura en la medicina, cuyo adelanto permite mitigarlo y anularlo en muchas ocasiones; aunque solo es un vano intento para detener la inercia, pues el destino del hombre carnal es ineludible. Haga lo que se haga, siempre habrá un final.

Pero un espíritu enfermo es más grave, pues su continuidad en el tiempo se hace eterna. Si nuestra salud espiritual es buena, solo lo alimentamos con lo que le fortalece: la fe en un Jesucristo vencedor de la muerte, quién lo evidenció con su propio ejemplo. También, con la buena conducta en nuestro entorno, el conocimiento y cumplimiento de las leyes de Dios, el dominio propio ante las tentaciones, la paciencia ante las contrariedades y pruebas que nos harán subir nuestro nivel espiritual, la práctica piadosa (libre de egoísmos), y el amor desinteresado, sin segundas intenciones.

Si nuestro espíritu no está sano, nuestros ojos no estarán en la luz ni las manos ni el cuerpo entero; incluso el propio corazón, que se verá inundado por el egoísmo y el culto al ‘yo’, que tanto nos aleja de los fundamentos reales, cuyas raíces viven en la instrucción de Jesús.

La genética humana no determina los sentimientos e inclinaciones, aunque ya hay por ahí ‘estudiosos’ del tema que señalan lo contrario. La genética es la instrucción para crear vida animada en carne, a partir de los aminoácidos que darán lugar a las miles de proteínas necesarias. Pero el ADN no hace al hombre ladrón, violador, pederasta, asesino, ególatra, vanidoso, borracho, drogadicto, usurero…; todo lo que contamina la pasión, es obra del espíritu dominante en el ser, y mientras más en resonancia estemos con el Espíritu Santo, menos serán las imperfecciones y aristas internas que habrá que enfrentar, limar, y extirpar, para emerger dignos e inocentes, en el inexorable instante de la justicia divina.

Pero si nos alejamos de Él, satanás hallará con habilidad cada fisura nuestra. Ninguna cadena es más fuerte que su eslabón más débil, y si un arte es dominado por el maligno a la perfección, es el de hacerse fuerte en nuestras debilidades íntimas. Como el ojo de un tornado de fuerza T10, nos succionará cada vez que le interese alejarnos de Dios; sabe cómo hacerlo y puede hacerlo, si nos apartamos del Altísimo.

Ahora bien, regresando al genoma, si hay algo que este sí determina, es nuestro sexo, a través de la combinación cromosomática que ‘nos toca’. Los cromosomas X-Y imponen la condición sexual, mediante un sistema único en personas y animales. Los cromosomas humanos, en situación normal, se manifiestan en parejas, y son 23; los que determinan el sexo, corresponden precisamente al par numerado en el orden 23.

La sola presencia del par cromosómico XX, implica como resultado un individuo hembra, mientras que la asociación y combinación XY significa la expresión genética que resulta en un individuo macho. Asegurando esta situación aun más, existe un gen en el cromosoma Y, el TDF (del inglés testis-determining factor o factor determinador de los testículos), que es el responsable de que el embrión desarrolle testículos y se haga masculino; no existe un gen equivalente para la diferenciación de los ovarios, de manera que el embrión será por defecto femenino, si no posee el gen TDF.

De modo que cualquier inclinación al sexo contrario no tiene su raíz en el ADN, sino en el espíritu; una evidencia de esto, que no deja lugar a dudas, es la erección que ocurre en todo homosexual pasivo, a quien la genética le hizo hombre… pero una influencia espiritual, de la 4ª Dimensión de satanás, le impone que se sienta mujer. Este influjo suele presentarse desde la niñez, aunque a veces se manifiesta también una vez adulto. En el lesbianismo ocurre igual: influencia demoníaca, en sentido contrario. Por tal razón es que la homosexualidad está implícitamente condenada por las leyes de quien nos creó.

No se trata de una ‘atrofia’ evolutiva que les ha hecho así. Si sucediera algo biológicamente posible: que una lesbiana que se ‘imagina’ hombre, tuviera sexo con un afeminado, la vida les jugaría una mala pasada: ella sería mamá y él, papá. Créanme, el enigma está en el espíritu, no en la carne: la 4ª Dimensión Espiritual somete y sojuzga a la 3ª Dimensión que vivimos en el cuerpo; lo que somos, y cómo nos manifestamos, depende de por quién nos dejemos sojuzgar: si por el Espíritu Santo o su enemigo tradicional por antonomasia.

Hace poco se celebró en Madrid el internacional ‘día del orgullo gay’, Homosexuales de ambos sexos (vaginas y penes), subidos en carrozas, a medio vestir, pusieron el adobo infalible hoy día en la sociedad: el morbo que genera el saber que se hace lo que va contra la ley de Dios, alimentando la inmoralidad, y con ello, la ira del que todo lo puede.

Aquí se vio, una vez más la desidia de algunas familias, llevando a sus críos para que ‘disfrutaran’ el espectáculo. Inconscientes e irresponsables; incapaces de evaluar lo que resulta importante para el Señor. No se puede permitir esos desfiles a la vista de los niños, inculcándoles que la unión hombre-hombre y mujer-mujer, también integran el concepto del matrimonio, pues va contra Natura y constituyen una aberración. Están muertos y no se percatan; juegan con fuego y el final no será otro que la incineración en vida, pueden darlo por hecho.

Desde aquí mi apoyo a todos los que se manifiestan contra estas actividades nítidamente subversivas, pues no pueden considerarse de otra forma. Por su parte, los gobiernos que apoyan esto, legislando leyes que se oponen frontalmente a las de Dios, tendrán que dar cuentas a la cabeza gobernante que les supera; las familias que se han marginado del Proyecto del Hogar establecido por el Creador, también serán cuestionadas, y los directamente involucrados, que escuchen el mensaje: ¡Abran los ojos del espíritu y cierren las piernas! Aun están a tiempo del arrepentimiento; la hora llega.

Declaro desde este blog, en el nombre de Jesús, que toda violación de las leyes establecidas por el Padre de la humanidad tiene punición, y pueden estar convencidos que esta será severa, en el caso de los que no se arrepientan y caigan en la persistencia de la continuidad.

Por otra parte, sea cual sea el pecado cometido, tenemos un abogado en Cristo, que tiene Poder para perdonar y librarnos de culpa, sin importar la infracción, si somos capaces de reaccionar y nos aferramos a su Espíritu purificador del nuestro, fortificándonos día a día en el conocimiento de su Palabra, para no reincidir más en nuestras faltas.

Se ha hecho todo lo posible por sacar a Dios de la mente de los hombres, desde la base: las escuelas. Educan a los futuros presidentes y ministros, en el ateismo que puede conducir a la inmoralidad, preparando las condiciones para las leyes antiCristo que hoy pululan en todo el planeta. Les alimenta un inconmensurable odio a Dios, que les hace cocear contra el mismo aguijón que acabará destruyéndoles, dejándose arrastrar en un sin sentido, y lo que es peor: arrastrando consigo a mentes débiles, ignorantes del plan del Señor.

Solo se libran de estas inclinaciones los que fundamentan sus normas de conducta en la instrucción bíblica… y de forma extraordinaria, los no creyentes a los que el Creador les ha dado un espíritu de nobleza lo suficientemente fuerte como para continuar siendo buenas personas, pese a no reconocer aun a Cristo: un espejo de la gracia de Dios.

¿Se me critica porque no hablo del amor, sino del castigo? A la Biblia me remito; ambos caminos nos permitirán alcanzar el reino de Jesús: el amor es el idóneo, el más rápido, mientras que la sanción punitiva produce dolor, y por este entra la convicción del peligro; se empieza a ser sensible y se llega a evaluar que la mejor opción es la de la obediencia. Pagamos entonces el precio de la corrección, y cuando el Omnipotente estime que estamos listos, nos reincorpora a su pueblo. Y esa es la buena noticia: Cristo es válido para hacer libres tanto a los que están cerca de Dios, como a los alejados que regresan; el método lo impone el propio individuo, con su decisión de entrega, ya sea temprana o tardía.

Luego de ello, todo el que sea fiel a Jesús, tendrá vida eterna con Él, en su montaña, pues es el puente que lleva hacia el Padre. Es decir, después del arrepentimiento y la constricción (y repito la buena noticia de estos tiempos), los no creyentes tendrán la misma opción que los creyentes, pues Cristo vive en el corazón por la fe. La forma en que esta se adquiera no es determinante; lo importante es llegar a sentirla.

La fe lleva al amor; una vez que estemos firmemente enraizados en Él, podremos entender cuán ancho, largo, profundo y alto es el amor de Jesús. Así como que la iglesia es una casa de oración, pero el verdadero templo del Señor es portátil y lo llevamos en un interior saneado. El concepto de iglesia trasciende en la unidad con Jesús: hubo un solo cuerpo crucificado para el perdón de los pecados, un solo Espíritu Santo, una sola esperanza, un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo. Hay un solo Dios; y por tanto, una sola iglesia. Esa es la meta que debe existir en todos los cristianos y la que Cristo espera de todos: que obviemos las diferencias y nos unamos en lo que nos aglutina: Su cuerpo de la Redención.

Jesús preparó a sus apóstoles para un acto de servicio: la edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a estar unidos en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios. Solo así alcanzaremos la edad y el desarrollo que corresponden a la plena madurez de Cristo. Como dijo Pablo, en su carta a los Efesios 4:16:

«Por Cristo, el cuerpo entero se ajusta y se liga bien, con la unión de todas sus partes; y cuando una parte funciona bien, todo el cuerpo va creciendo y edificándose en amor.»

Así pues, la alerta de Dios es que no nos alejemos de Él, sumidos en pensamientos vanos, con el entendimiento en tinieblas. No permitan que el corazón lata insensible en el pecho, haciéndose así ignorantes de las leyes de Dios, y de su gracia. Todos tenemos parte, mediante el evangelio, en la misma promesa: Perdón de los pecados y opción de vida eterna, bajo su reinado espiritual.

Por la gracia de Dios, yo, sin mérito alguno, me veo hoy confrontado en el espíritu para escribir estas cosas. Y no sería fiel a Cristo si no insisto sobre su promesa de salvación para todos aquellos que se arrepientan de sus malas acciones y se conviertan a Él, culminando con un párrafo de la carta a los Efesios, en 3:10:

«Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora notificada por la Iglesia, a los principados y potestades en los cielos, conforme a la determinación eterna, que hizo en Cristo Jesús Señor nuestro…»

¡Gloria a Dios en nuestros corazones, en Cristo Jesús, por todos los siglos y para siempre! ¡Amén!


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4 Responses to ¿CUÁL ES LA BUENA NOTICIA?

  1. jolimu dice:

    Saludos.

    –Sobre el concepto de libertad, yo me acojo, por principios, al concepto cristiano: la libertad del pecado que nos somete.
    Y la homosexualidad, junto con todo lo demás señalado en la Biblia (ni más ni menos grave, pues no se puntúa), es también un pecado; aunque algunos pretendan darle ‘libertad humana’ a ese sentimiento, no nacido del ADN. Un pecado cometido bajo la acción que tratamos anteriormente, la de la 4ª dimensión espiritual sobre la 3ª dimensión a la que sojuzga.

    Primero, se debe tener conciencia que no es correcto ante los ojos de Dios; luego someterse a Dios y pedir que libere de esa acción espiritual. Solo desde la oración es posible la ruptura; lo mismo que ocurre con el que tiene el instinto de robo, violación, pederastía, usura, envidia, etc, etc.

    Es pecado, y como el resto, solo es perdonado cuando uno se entrega a Cristo y pide que le libere del lastre que se padece, cualquiera que sea, desde el fondo de su corazón. Esta vida no es más que el filtro, la etapa de prueba para pasar a la vida eterna, en la que creo, con la misma certidumbre de estar ahora tecleando estas letras. Y no se pasa si no tenemos la ‘libertad’ que solo Cristo puede dar, y que ningún hombre: rey, presidente o dictador, tiene facultad de proveer.

    –Con respecto a María Magdalena, comentarle lo siguiente: Juan, el apostol que convivió con Jesús, y cuyo testimonio, en mi opinión, es mas importante que el resto, pues estuvo en cuerpo presente, hasta el último momento junto a Cristo, señala textualmente a María Magdalena y otras mujeres, en el sitio de la crucifixión. Se le decía ‘magdalena’ como gentilicio, pues había nacido en Magdala, una aldea cercana a Jerusalem.

    También cita antes, en Juan 12:1-3, la presencia de los tres hermanos y a esa María, (identificada por Lucas, Marcos y Mateo, como mujer de mala fama) lavando los pies de Cristo con perfume, en Betania, un pueblo a las afueras de Jerusalén, (la casa de Lázaro, su hermano resucitado). En esa casa se hospedó Jesús al menos en tres ocasiones. Con lo cual, lo lógico y razonable sería pensar que había suficiente cercanía humana para identificar a María, la ‘mujer de mala fama’ identificada en la cena de Betania, con la María Magdalena a la que se le permitió, estar más cerca de Jesús, a la hora de su muerte.

    — Con respecto al punto de vista personal, y las opciones de cada persona, quiero recordarle que es un artículo escrito por mí; de modo que lógicamente, expondrá mis puntos de vistas y mis creencias. Estoy convencido que mi manera de pensar no cambiará las cosas; solo planteo algo que creo que debe ser meditado, antes de decidir que postura tomar en la vida, porque creo, muy seriamente, que los postulados de Jesús deben tenerse muy en cuenta con vista al futuro de la humanidad. O sea: el de todos.

    Y no creo haberle faltado el respeto a nadie.

  2. Saludos.

    Ciertamente el orgullo gay es una manifestación de la libertad recién encontrada. En ese sentido es poco excesiva la forma en que hacen uso de los símbolos de forma de ser. Pero claro que es justamente esa la conducta que cualquiera tomaría en su lugar: el comunidad de homosexuales esta en un proceso de formación de su identidad y por lo tanto esta en hora de expresar sus diferencias como parte de comprender lo que aún guardan en común con el resto de la sociedad.

    …un poco quizás, los veo como a un grupo de adolescentes. Cierto que son adultos, pero su conducta colectiva esta en línea con la de los niños que al pasar a la edad adulta, aprenden a vivir de nuevo, esta vez, con su vida sexual.

    Por otra parte no comparto dos cositas:

    1. La vinculación entre Maria Magdalena y la prostitución. Hay diversos análisis mucho más detallados de los que yo podría hacer que ponen en tela de juicio esa vinculación. Le invito a que investigue sobre el particular para que vea la fuente de la confusión y juzgue entonces, si se sostiene o no.

    2. La idea de «no poder entender ningún ideal de vida que…» es objetable. Yo comprendo sin dificultad su punto de vista, por muy diferente que sea del mio. Sé que no le puedo imponer que comprenda los ajenos, pero lamento que tenga una mayor sensación de pertenencia para con sus ideas y comunidad al expresamente escoger no comprender las opciones que otras personas han tomado en su vida.

    Sobre estos puntos concluyo: respeto para con quien no se conoce, tanto para María Magdalena como para con los que no compartan nuestros puntos de vista. Respeto, respeto, respeto; y una vez que se tenga, disfrutar de aprender lo que el otro siente y piensa.

    Es en la obra de Dios que somos los humanos, donde mejor aprendemos a conocer su pensamiento. Incluso si parte de los hombres han escogido (quizás incluso por naturaleza o construcción) sentir atracción por otros hombres.

    Y conste, que disto mucho de ser yo mismo, gay.

  3. jolimu dice:

    Saludos.

    Lo que está escrito aquí, lógicamente, se corresponde con mi forma de pensar… y yo intento siempre pensar en base a lo que resulta incorrecto o correcto ante los ojos de Dios, pues sé que todos seremos juzgados según sus reglas, no las humanas. Y Dios deja bien definido:

    1Co 6:9-11: «¿O no sabéis que los injustos no heredarán el Reino de Dios? No erréis, que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el Reino de Dios.Y esto érais algunos; mas ya sois lavados, mas ya sois santificados, mas ya sois justificados en el Nombre del Señor Jesús, y en el Espíritu del Dios nuestro.»

    Mi intención no ha sido faltarle el respeto a nadie; en otros artículos del blog he manifestado que, en un hipotético caso de encontrarme como mediador entre un asesino, violador, ladrón, pederasta, un ejecutivo con abusos de poder, etc. y un homosexual, mi postura sería siempre al lado de este último. La Biblia no cuantifica los pecados, precisamente para que no nos veamos tentados de evaluar si este o aquel es más o menos pecador que nosotros.

    La primera persona a la que se apareció Jesús, antes incluso que a sus apóstoles o su madre, fue a María Magdalena, una mujer de mala vida. Con eso nos dejó patente un perdón sin cuantía y su preferencia por acercarse al pecador: el más necesitado de su amor.

    Y como cristiano, me solidarizo con usted en lo que plantea, con respecto a los desmanes a los que han sido sometidos los homosexuales. En este blog jamás podrá hallar nada que indique una falta de respeto hacia las personas de esa tendencia. Ahora bien, si reclaman derechos, antes deben ser conscientes que tienen deberes, y considero una insolencia y una falta de respeto hacia las familias establecidas por la naturaleza y por Dios, que unos cuantos faltos de vergüenza (no todos lo hacen) se suban medio desnudos a las carrozas, por calles transitadas por niños educados por sus padres en base a principios opuestos a los que verán reflejados en ese ambiente festivo gay.

    Si quieren saltarse las normas de Dios, que sean responsables y lo hagan en la intimidad. Lo que hacen, es una provocación; en realidad la información que dan es la siguiente:

    ‘Mírennos, sabemos que no les gusta lo que hacemos, pero aquí estamos, mastiquen y traguen, el gobierno nos apoya.’

    Respeto, me quedo con eso: Respeto por los demás, pues nadie puede imponer sus reclamaciones sobre los derechos del resto de la sociedad: que hagan lo que han decidido hacer, en privado, en propias fiestas de ambiente gay, no en el medio de la calle, por donde pasa una gran parte de personas que se oponen a lo que propugnan. De lo contrario, bajo esa misma deducción, tendríamos que reconocer las reclamaciones de los que aspiran a quedarse con lo ajeno, pues, ¿dónde está la diferencia? También hay afectados, y también es un estilo de vida que les da esa felicidad que otros demandan como justificante.
    ¿O deberíamos respetar también a los pederastas que sienten atracción hacia niños y niñas, porque reclaman aquello que les hace más feliz?

    La sociedad tiene normas de conducta y todos debemos sacrificar nuestras inclinaciones ante el derecho de la sociedad a que las cosas no se desmadren. Eso es orden, imprescindible para la convivencia.

    Por último, con respecto al ‘ideal de vida’ que ud. menciona, los creyentes los subordinamos a las palabras de Jesús, según un apóstol que le vio, le tocó, le oyó, le vio morir en la Cruz y fue testigo y da testimonio de su resurrección: el apóstol Juan. En 14:6, el pone en boca de Cristo lo siguiente:

    «YO SOY el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.»

    No puedo entender ningún ideal de vida que se oponga a las enseñanzas de Jesús.

  4. Saludos.

    En lo personal prefiero hablar de ingeniería del software; entrar en detalles sobre lo que las personas han de hacer o dejar de hacer lo veo como algo grave, por la relación que guarda esta actitud con la simple y llana falta de respeto por el prójimo.

    La persecución que se hizo por años en contra de los homosexuales es un hecho; un gran número de palizas y asesinatos ocurrieron en la defensa de la visión tradicional de la sociedad; por lo que defender la heterosexualidad y las familias nucleares formadas en torno a la pareja de hombre y mujer viviendo en santo matrimonio tiene que hacerse con mucho cuidado. No esta permitido que en la defensa de algo bueno caigamos en la defensa de aquellos que golpearon y asesinaron a otros por las diferencias que veían en su sexualidad.

    En tanto no se comprenda que el respeto es condición necesaria para la vida en virtud (cualquier virtud) no vamos a poder, como sociedad, permitirnos el lujo de tener una visión compartida sobre el ideal de vida del individuo. Una única visión, sea cual sea, nos ha resultado más problema que solución.

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